• Aquiles Córdova Morán
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Me quiero referir hoy a un importante galardón de alcance internacional que discierne un jurado muy calificado desde la ciudad de Barcelona, España, para premiar los esfuerzos de cualquier ciudad o comunidad del mundo en proceso de serlo, que a juicio del sínodo mencionado haya realizado cambios profundos, trascendentes y sustentables en todos o algunos de los aspectos más importantes de la vida de sus habitantes. Se trata, pues, de una competencia amable, amigable, entre todas aquellas comunidades urbanas, o en proceso de urbanizarse, que crean haber llevado a cabo acciones o proyectos de verdadero beneficio colectivo y que, con base en ello, consideren que pueden alcanzar el reconocimiento internacional que menciono.

    El premio se denomina “City to City Barcelona FAD Award”, es decir, en traducción libre: las ciudades concursantes, frente a frente (City to City), compiten por un premio (award) que otorga la ciudad de Barcelona a quien, a juicio de un jurado profesional, haya conseguido el máximo y/o mejor Fomento de las Artes y del Diseño (FAD). Para mejor información del público, cito pasajes relevantes del documento oficial en que se hacen públicas las bases del concurso:

    “Las ciudades afrontan diariamente problemáticas, conflictos, retos y escenarios que requieren soluciones y capacidad para adaptarse a los mismos. En este contexto se constituyó, en el año 2008, el premio City to City Barcelona FAD Award, con el objetivo de reconocer experiencias que se dan, viven o generan en las ciudades para darles respuestas y que reportan un efecto transformador y positivo para la propia ciudad y su ciudadanía.

    “El premio City to City Barcelona FAD Award es de alcance global, porque las soluciones ejemplares a conflictos, escenarios o nuevos retos a los que se enfrentan las ciudades no dependen ni de la ubicación geográfica, ni de su grado de desarrollo. En todo el mundo podemos encontrar respuestas modélicas a situaciones complejas. Aspectos como las peculiaridades geográficas, climáticas, religiosas, etc., son concebidos como positivos en el planteamiento de este premio”.

Se entiende, pues, por este planteamiento, que el concurso es, al mismo tiempo, realmente universal al no excluir a nadie por las razones enumeradas, es decir, a ninguna ciudad grande o pequeña, pobre o rica, rezagada o con un alto desarrollo, etc., y también, por lo mismo, sumamente competitivo en función del número y de la calidad de los concursantes. Un verdadero reto para quien pretenda alzarse con el premio.

    El punto 1 de las bases precisa el objetivo del premio: “Es objeto del premio reconocer aquellos procesos de transformación urbanos que haya vivido una determinada ciudad. Se entiende por proceso de transformación urbano la suma de acciones de diversas naturalezas (sociales, arquitectónicas, educativas, urbanísticas, culturales u otras) con un impacto global sobre el conjunto de la ciudad”.

    “Son candidatos a recibir el premio aquellos procesos tanto de iniciativa pública como privada, así como también aquellos que son fruto de una colaboración entre ambas esferas. El resultado de estos procesos debe suponer un claro beneficio para la ciudadanía, una mejora de su calidad de vida y una contribución a <<hacer ciudad>>”. Es decir, que los candidatos tienen que haber llevado a cabo obras no sólo de auténtica repercusión social, colectiva, sino también de un carácter tal que puedan considerarse como un ataque eficaz, y de ser posible integral y completo, de las problemáticas urbanas de sus comunidades. Según esto, no resulta fácil ni siquiera ser admitido como aspirante al premio de que venimos hablando.  

    El punto 4, encabezado como “sistema de funcionamiento”, informa: “El sistema de funcionamiento del premio se estructura alrededor de dos órganos principales: el Consejo del Premio y las Antenas.

    “El Consejo del Premio está formado por personas que configuran la base teórica y metodológica del premio y tiene la función de nombrar a las Antenas, nombrar al jurado y otorgar, en última instancia, el premio a la candidatura ganadora. En cada edición la composición del Consejo se renueva a efectos del 50% de sus miembros.

    “Las Antenas son personas, instituciones y colectivos con conocimientos sobre la realidad en materia de ciudades de diferentes zonas geográficas del mundo. La función de las Antenas es proponer candidaturas y su composición estará definida por las propuestas del Consejo y la propia dinámica de funcionamiento del premio, que desde su secretaría puede proponer ampliar la composición de las mismas”.

    Esto implica que las Antenas juegan el papel de un primer filtro de alta calificación para seleccionar a quienes reúnen los méritos suficientes para concursar. Después de este primer filtro, ganar es todavía una meta muy lejana que implica vencer retos mayores.
    Finalmente, el punto 9, titulado premio, dice así: “El premio no comportará ninguna gratificación económica. Se concretará en un trofeo obra del diseñador Martín Ruíz de Azúa. El trofeo se entregará a la entidad o persona impulsora de la candidatura premiada”.

    Pues bien, la buena y amable noticia de que habla el título de esta colaboración, consiste en que una Antena mexicana (cuyo nombre no estoy autorizado a publicar) contactó, animó, entusiasmó e impulsó al H. Ayuntamiento Municipal de Tecomatlán, Puebla, para presentar su candidatura a tan importante galardón mundial. Así que en Barcelona, la señorial ciudad capital de Cataluña, el pequeño pero hermoso Tecomatlán se está midiendo con 270 ciudades de todo el planeta, y su amable Antena le ha informado que está ya entre los cinco finalistas. El triunfo definitivo se ve, obviamente, difícil, muy difícil; pero para Tecomatlán, cuna del Movimiento Antorchista Nacional, ese quinto lugar que ya aseguró es, de todas maneras, una hazaña suficientemente importante y significativa como para llenar de orgullo y satisfacción a toda su gente por la tarea cumplida. Y para reafirmar, además, en sus habitantes y en todos sus compañeros de ruta, de trabajo y de lucha cotidiana, la idea de que el camino elegido es el correcto y que no les queda (ni necesitan) otro recurso que perseverar en él.