• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero…

 

          Terreno disponible para la central de autobuses de Apizaco

El crecimiento acelerado de los últimos años de la ciudad de Apizaco demanda contar con espacios adecuados para brindar servicios de calidad a la población. En ese orden de ideas, el transporte público constituye uno de los mayores y más apremiantes de la ciudad, pues son calles completas las que son utilizadas como bases de sus unidades, convirtiendo el primer cuadro en una zona caótica, desordenada y estresante.

Cientos de combis se estacionan a diario en lugares prohibidos, reduciendo los espacios que deberían estar disponibles para los automovilistas. Esta invasión crece y se agrava cada día, sobre todo si consideramos que el crecimiento poblacional es constante y que, además, Apizaco tiene la tasa más alta  de población flotante de todo el estado.

La empresa ATAH (Autotransportes Tlaxcala, Apizaco, Huamantla), fue la pionera en esa actividad esencial para el progreso de la sociedad. Es también la que más ha crecido, pero lo ha hecho, no por la eficiencia del servicio que presta sino por que disfruta de los beneficios de haber construido a lo largo de los años un verdadero monopolio, consentido absurdamente por autoridades sumisas, miedosas o corruptas. Nadie se atreve a intervenir para defender el derecho ciudadano a tener un servicio digno, limpio y seguro. Un ejemplo de lo que les digo, estimados lectores, es el asqueroso estado en que se encuentra la calle Francisco Sarabia, entre Cuauhtémoc y Xicoténcatl, que es el lugar por donde ingresan los autobuses a la todavía más asquerosa y sucia dizque “Terminal de Autobuses de Apizaco”. El acceso es prácticamente de terracería, pues el paso constante de las pesadas unidades la han dejado en esas condiciones. Lo penoso es que no haya quien se preocupe por arreglarla. La zona es una auténtica vergüenza, no solo para la citada empresa sino sobre para las autoridades y -lo que es peor- para los apizaquenzes.

Pensando en una solución duradera, lo primero que tiene que admitirse es que su actual ubicación dejó hace mucho tiempo de ser la adecuada y que, por tanto, habría que pensar en su reubicación. Ello supone construir una nueva terminal que, en justicia, debería ser financiada por la empresa que tan mal servicio presta y que tantas fortunas ha sido capaz de fabricar.

Retomando el punto de la construcción necesaria y urgente de una nueva Central Camionera, es interesante saber que existe el espacio ideal para esta obra, justo a un costado de lo que fue la empresa Rohm and Hass, que dejo de operar desde hace más de 10 años. Este terreno es propiedad del municipio y tiene una superficie de poco más de seis hectáreas, dimensión ideal para el desarrollo del correspondiente proyecto.

Conviene recordar que fue a través de un convenio entre Rohm and Hass, el gobierno del estado y el del municipio como este predio pasó a formar parte del patrimonio del ayuntamiento. De hacerse realidad esta propuesta, no tengo duda ninguna que servirá para el desarrollo de esta parte de la ciudad que tanto lo necesita, pues en esa zona se han registrado los asentamientos humanos que más han crecido en los últimos años. Basta citar las colonias Loma Florida y Nuevo México, así como diversos fraccionamientos y unidades habitacionales de construcción reciente. Solo falta, estimados lectores, una autoridad municipal con talento político y visión de futuro que concierte voluntades y sepa gestionar los recursos que se precisan para pasar de las ideas a los hechos.

La construcción de esa nueva Central de Autobuses vendría a resolver de manera definitiva la problemática del desorden y la estulticia que priva en el manejo del transporte público en el estado y, particularmente, en Apizaco.

                                                     Frase para la reflexión

“EL PROGRESO Y EL DESARROLLO SON IMPOSIBLES SI LAS COSAS SE SIGUEN HACIENDO TAL COMO SIEMPRE LAS HA HECHO”

Nota:

La llamada “cuesta de enero” no es otra cosa que esa difícil etapa económica que enfrentamos los ciudadanos el primer mes del calendario como resultado de los gastos que se generan por las fiestas decembrinas y los pagos anuales  a los que estamos obligados. Así es todos los años; sin embargo, esa malhahada “cuesta” es cada vez más complicada de superar principalmente por la falta de empleo y la constante alza de los precios. A esa situación recurrente ahora hay que agregarle el abuso exagerado y desmedido de que nos hacen víctimas los bancos, las casas de empeño, las ”financieras” y todas esas empresas del ramo que lucran con la necesidad de la gente a través de préstamos, tarjetas de crédito, etc. Y el clásico ejemplo lo tenemos con esa práctica que se implementó hace poco y a la que se le dio el nombre del “Buen Fin”, haciendo que miles de personas se traguen el cuento de falsos superdescuentos y se  endeuden con los llamados pagos “sin intereses“. El engaño acaba convirtiéndose en un calvario para los muchos que se dejaron deslumbrar por productos muchas veces innecesarios que les venden a precios tan elevados que llegan a doblarlos de su valor real. ¿O ustedes creen, amables lectores, que alguien que se dedica a la usura les vendería un producto a 48 meses (4 años) sin embolsarse un solo centavo de interés? La respuesta la tienen ustedes.

 

Además esas intensivas campañas de publicidad mentirosa perjudican a los pequeños comerciantes que sufren al enfrentar una baja considerable en sus ventas, poniendo a muchos de ellos al borde de la quiebra y a punto de cerrar sus negocios pues, como dicen algunos, hay días que no sacan ni para ir sobreviviendo. Ellos, los que viven en la formalidad, tienen gastos fijos como la renta -que en Apizaco de las más altas que se pagan en el país-, impuestos, empleados, luz, teléfono, etc. Con todas esas cargas y la competencia desleal y masiva,  es muy difícil salir adelante.

Como siempre, mi total agradecimiento y absoluto respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Gracias y hasta la próxima.