• Jorge Fernando Martinez Meza
La humanidad ha venido navegado entre tinieblas. Aguas turbulentas han sacudido el barco de la paz. Miles de muertes de personas inocentes han dejado las miles de guerras desde épocas inmemoriales. Guerras al amparo de cualquier motivo para mostrar supremacía o superioridad de toda índole.

El ser humano está dejado a un lado parte de su esencia: Humanista. Ya no es sensible al dolor ajeno. Se ha endemoniado.

Estamos en momentos críticos, decía Tomas Hobbes “que el hombre es el lobo del hombre”.  Empecinado en auto destruirse. La paz del mundo ha dejado de existir, y  por ello fue necesario crear mecanismos auto regulatorios, como la ONU o el consejo de seguridad, pero ahora estamos cerca de sufrir una gran guerra nunca antes vista.

Las potencias mundiales, en los últimos días, muestran sus muslos y poderío militar.  Por un lado Estados Unidos y aliados, y por el otro: Corea del Norte protegido por China y Rusia, han desafiado a los estadounidenses. "El uso de la fuerza no resuelve las diferencias y solo conducirá a desastres más grandes", señaló el chino Wang, agregando que "como única salida, el diálogo y la negociación también representan la opción sensata para todas las partes".

China compra el 54% de la producción Norcoreana. Seguido de Argelia, destino del 30% de las ventas norcoreanas. Y a Corea del Sur van el 16% de sus exportaciones, pero que a raíz de los conflictos últimos ha dejado de tener vinculo comercial.

No solo el mundo está sufriendo con el terrorismo, con dictaduras, con guerras regionales, conflictos internos de cada país, con hambruna y pobreza en diversas zonas, ahora estamos al borde del abismo con una guerra mundial. Las potencias tienen que dar muestras de sensatez, la diplomacia oficial tiene que convencer a sus propios políticos de la necesidad de dejar que las nuevas generaciones conozcan la vida. Nadie es dueño del mundo y tenemos el deber moral que cuidar a todas las criaturas que habitan este planeta. Los niños y niñas tienen el derecho de crecer en un mundo donde impere la paz. El mundo está en llamas, estamos viviendo nuestro propio infierno y solo la humanidad tiene las llaves de su propia salvación.