• Pedro Morales
Decía aquel viejo ferrocarrilero Don Nacho, “no hagas cosas buenas que parezcan malas” y al observar la reproducción en todos los medios impresos, electrónicos y digitales de Tlaxcala esa extraña gira del titular del Ejecutivo para verificar el daño que dejó el temblor en las iglesias, es de llamar la atención.

Como habitante de Tlaxcala que resguarda sus tradiciones y costumbres, la preocupación del Ejecutivo es entendible por ver y constatar el estado que guardan las joyas arquitectónicas como los templos de San José, Ocotlán o San Francisco Tepeyanco.

Pero distraer recursos y personal para movilizarse en caravana a verificar los daños en los templos católicos no sería su función, ni la de sus colaboradores, eso lo menos que significa es gasto en combustibles, desgaste de equipo y aplicar parte de su sueldo que pagamos todos los tlaxcaltecas.

Esa labor es de otras instancias, por ejemplo del INAH y de la propia Diócesis de Tlaxcala, pero no del gabinete gubernamental y sus integrantes, cuando es la hora en que hay muchas escuelas pendientes de un dictamen para ver si los alumnos pueden regresar.

Al extremo, tal pareciera que hay una grave intromisión del Estado en los asuntos de la Iglesia, porque simplemente los templos dañados no son administrados por el gobierno, es una cuestión privada.

Se justifica por el atractivo turístico que representan y los ingresos que generan indirectamente, como es el caso de este 29 de septiembre en que miles de peregrinos llegan a San Miguel del Milagro.

Es cuestionable que un gobernador se inmiscuya de es amanera tan directa y no se ve la razón por la que no se deba esperar a un dictamen de los especialistas y que se defina lo que se tiene que definir.

Ya que por principio de cuentas vivimos en un Estado Laico que por mandato constitucional está obligado a  garantizar la libertad de creencias y protección de las minorías religiosas, así como la separación Iglesia- Estado que reglamentó Benito Juárez en las leyes de reforma.

Ríos de sangre y vidas  costaron a México deshacerse de la opresión y privilegios que la Iglesia Católica tenía en su ejercicio, a la que se pretendía elevar como “Religión del Estado”, esta disputa desencadenó la Guerra de Reforma, la invasión de Francia, y la Guerra Cristera.

Tlaxcala con respeto y resguardo de sus creencias, costumbres y religiones, debe de ser un Estado Laico y por tanto es un logro de México a sangre y fuego, lo cual ha llevado a  nuestra sociedad actual a la democracia, pluralidad y diversidad, hay quienes creen y quienes no, y ello no limita ni extiende sus derechos, por ello el Estado garantiza mantenerse ajeno a situaciones propias de los cultos religiosos.

Es por eso que extraña que el titular del Ejecutivo de Tlaxcala, en su recorrido por el estado, valoraba las afectaciones a edificios públicos, entre ellos, escuelas e iglesias católicas principalmente, en estas visitas no faltó quienes le solicitaron de la forma más encarecida reparar los templos.

La petición fue hecha por los habitantes de Tepeyanco, incluyendo su alcalde, quienes casi imploraron al gobernador asignar recursos a esta tarea, así pues que acompañado del delegado del INAH y de la secretaria de gobernación, Marco Mena se limitó a escuchar y responder, pero sin caer en el compromiso.

Es claro que el gobierno de Tlaxcala no debe asignar recursos a templos religiosos si respeta rigurosamente el Estado Laico. Por ningún motivo.

No importa que el INAH considere a estos edificios monumentos históricos, y ahora el INAH se ha convertido en un guardián de escombros y peligro, más que de cultura.

No hay que olvidar que estas construcciones siguen siendo utilizados solo para realizar actividades y cultos de una sección de la población, los recursos públicos deben ser aplicados a verdaderos edificios públicos, como escuelas, presidencias, hospitales, y quizá apoyos a la población afectada en sus casas.

También como por ejemplo para dotar de un equipo de bombero al pueblo de Pilares en la Malintzi, para tener un servicio de agua potable que le ha sido negado por años y que ha sido olvidado por las administraciones.

No hay que olvidar que Tlaxcala desde hace 498 años aporta recursos a la Santa Sede y que a lo largo de esos años ese recurso incalculable ha servido para construir los templos que se han dañado y más.

No se vale que mientras nuestra gente padece hambre, padece pobreza extrema, padece insuficiencia renal crónica, cáncer de diversos tipos ahora algunos piensen que es posible desviar recursos del Fondo Nacional de Desastres, para reparar las grietas de las cúpulas de los templos católicos que se dañaron.

Como si el Vaticano no contara con recursos para esta tarea, como si los millones que llegan a los santuarios tlaxcaltecas no alcanzaran para ello, es tiempo de exigirles a los jerarcas católicos reciprocidad a sus fieles.

No olvidemos que en la desgracia provocada por celebrar un culto católico en Nativitas, murió mucha gente, y el obispo de la diócesis de este estado se limitó a manifestar que se debía reducir el uso de pirotecnia.

La verdad es que no ayudaron en nada a los mutilados, a las viudas, a los deudos, México es un Estado Laico y no deben utilizarse los impuestos de los mexicanos para apoyar solo a un sector.

No hay que olvidar que por cada servicio religioso que se brinda se cobra por bautizos, primeras comuniones, bendición de autos, casas, animales, bodas, quince años y hasta a la hora de la muerte cuestan los responsos y las misas.

Nada es gratis.

Por lo tanto ojalá y esos asesores que tiene el Ejecutivo le sirvan de algo a su jefe, al menos para decirle que en la política hay forma y fondo, y una forma como bien decía Don nacho, es "no hacer cosas buenas que parezcan malas”… EL FONDEN ES PARA LOS TLAXCALTECAS.