• Rodolfo Moreno Cruz
El proceso electoral es una competencia. Y toda competencia tiene reglas de razonabilidad elementales. Una de ellas es la de mantener una competencia proporcional.

 

@rodolfomoreno_o

Esta regla presenta diversas facetas; una consiste en dividir en profesionales y amateurs. Otra, en clasificar en razón a la edad. Ambas buscan mantener una competencia equilibrada, justa y con igualdad de oportunidades. En el futbol mexicano se acuñó la expresión cachirul a aquel jugador que siendo de una edad mayor jugaba en una categoría de edad menor. Pero no hay una expresión que identifique cuando un profesional desea competir en la categoría de amateur. Aunque sin duda ambas facetas merecen la expresión de cachirules, pues tienen en común promover una competencia desequilibrada, injusta y con diferencia de oportunidades.

En el reciente proceso electoral, se han registrado 20 candidatos “independientes” para contender para la presidencia de la república. La mayor parte de esas candidaturas son de personas que han estado ya por mucho tiempo en partidos políticos. Y no hay justificación razonable para que se inscriban como “independientes”. Si su partido violenta derechos, la Ley electoral les permite denunciarlos y hacer valer una justicia interna. Pero cambiarse de un lado a otro es como si un jugador profesional decidiera hacerse pasar por un amateur. Hay algo injusto, sino es que de nefasto.

La historia electoral en México nos puede arrojar algunos datos esclarecedores. Los primeros presidentes en México fueron elegidos por las legislaturas de los Estados. No había partidos políticos. Todos eran amateur. Se empezaron a profesionalizar los partidos políticos a partir del año 1909 con el establecimiento del Partido Democrático. La ley electoral de 1911, en su artículo 22, alude por primera vez a los partidos políticos aunque mantiene a los independientes cuando prescribió que “Igual derecho tendrán los candidatos que se presenten con el carácter de independiente, por no pertenecer a ningún partido registrado”. Es hasta el año de 1946 cuando desaparecen las candidaturas independientes con la Ley electoral del mismo periodo, aunque de hecho éstas ya eran nulas en la práctica electoral. Es decir, en esta carrera uno (los partidos políticos) se siguen fortaleciendo y los candidatos independientes mueren. Fue en el año 2012, cuando por impulso del Caso Castañeda Gutman vs México, se vuelve a reconocer a las candidaturas independientes. 

Es decir, los partidos políticos en la historia reciente de México han “jugado” por más de 100 años de manera interrumpida. Por el contrario, los candidatos independientes llevan apenas cinco años.  De entrada ya hay una desventaja, sin embargo ciertos factores equilibran el juego. Por un lado, los partidos llevan experiencia pero cargan con falta de credibilidad. Por el otro lado, los candidatos independientes tienen a una sociedad poca acostumbrada a recibirlos pero que les puede dar el beneficio de la duda por la crisis de los partidos. Los cachirules saben esto. Así que acumulan experiencia, renuncian a su partido (son profesionales, pues). Y se pasan al bando de los amateurs, con la finalidad de vender a la ciudadanía una imagen “pura” y de reproche a los políticos de partidos. Ahí, véasele por donde se le vea, hay “chachirulismo electoral”.

La ley no previó esta situación pues debió de considerarse que todo aquel que perteneció a un partido político cuando menos en un periodo considerable, no pudiera acceder por la vía de independiente. Si está inconforme con su partido deberá promover los recursos legales que el propio sistema le permite para la defensa de sus derechos. De esta manera se sanearía el ejercicio democrático al interior de los partidos y por otro lado no habría tanto candidato cachirul. Podría contarargumentarse que una medida de esta naturaleza violenta derechos electorales, sin embargo no lo creo. No se le impide participar. Se le pide que cumpla con reglas de un juego electoral sano para una competencia equilibrada, justa y con igualdad de oportunidades. Un periodo razonable de ciudadanización sólo afirma su compromiso con la ciudadanía y muestra un reproche sincero al sistema de partidos. Pero esto no está en Ley, entonces le corresponde a la ciudadanía actuar con responsabilidad y estar atento a los cachirules electorales.