• Alfonso Sánchez Anaya
En alguna ocasión comenté en este mismo espacio, que cuando nos encontramos con la publicación del más reciente caso de corrupción en nuestra lastimada Nación, surge algo todavía más grave que rompe toda la capacidad de asombro e incrementa una indignación generalizada entre todos los mexicanos.

“Revelan vínculo PRI-Odebrecht”, es la cabeza de la nota publicada por el periódico Reforma, el pasado lunes 23 de octubre y otros medios muy importantes de comunicación; la cloaca se está abriendo, las cosas se han salido de control, la podredumbre de la corrupción y la impunidad en México está alcanzando niveles que superan el escándalo y entran al terreno de la movilización social.

La información al respecto, da cuenta de la revelación que realiza la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), de las reuniones que sostuvo en el 2012 el entonces candidato del PRI a la Presidencia de la República Enrique Peña Nieto, con Marcelo Odebrecht (actualmente en prisión), Director General de la empresa brasileña que se encuentra envuelta en un escándalo de corrupción por sobornos en varios países de Latinoamérica.

Resalta en la investigación, la confesión de Carlos Fadigas, exdirectivo de la empresa Braskem, filial de Odebrecht, quien precisa cómo transfirió millones de dólares a una empresa relacionada con Emilio Lozoya, director de Vinculación Internacional del entonces candidato priista, además de que expresó como acompañaron “de tiempo completo” la campaña presidencial de Peña Nieto.

Los documentos probatorios de estos hechos, se encuentran integrados a la investigación que tenía abierta el fiscal de delitos electorales, hoy destituido más por cuestiones políticas que jurídicas y, fallidamente reinstalado por la oposición en el Senado de la República, ante el sucio manejo de los procedimientos parlamentarios de parte de la fracción del PRI, para votar la permanencia de Santiago Nieto en su puesto.

Las preguntas obligadas, entre otras, son: ¿qué sabe el extitular de la Fepade del asunto de Odebrecht, que no quiere el gobierno del Presidente sea del dominio público y que hizo lo destituyera un encargado del despacho principal de la PGR? ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar Santiago Nieto en el asunto? ¿Por qué finalmente desistió de ser reinstalado en la fiscalía?

La estrategia de lo que sucede con el caso Odebrecht, se suma a una serie de acontecimientos que parece están relacionados entre sí: la renuncia del Procurador General Raúl Cervantes; no hay Fiscal General de la República, ni Fiscal Anticorrupción, ni magistrados que juzguen los delitos; ahora tampoco hay Fiscal contra delitos electorales y el que seguramente nombrarán, tendrá que ser a modo para que no siga indagando actos de corrupción como los expuestos por el Periódico Reforma, de la vinculación de la constructora brasileña y el PRI.

Todo apunta al 2018; hay que terminar de tajo, piensa y actual el grupo gobernante, cualquier intento de rebelión política, externa o interna, que ponga en riesgo la continuidad del PRI en la Presidencia y con ello todos los privilegios del poder que tiene consigo. Si un asunto se complica, la solución es abrir la cartera y darle “carpetazo”.

No pueden permitir que un pueblo informado, se levante en su contra por tantos abusos en el servicio público y por tener a un gran país cayéndose a pedazos por la pobreza y la desigualdad, la delincuencia organizada, la inseguridad, las muertes, ejecuciones y desapariciones forzadas.

No pueden dejar que un “populista” vaya a llegar y meta a todos los corruptos a la cárcel; tienen mucho que perder y lo que veremos en adelante para que ellos cumplan sus fines siniestros, será peor.