• José Vicente Sáiz Tejero
Tiempos de Democracia

 

Sin avanzar ni sumar adeptos, José Antonio Meade languidece en un desesperanzador tercer lugar 

Ni corrigiendo estrategias ni rehaciendo la campaña se ve factible que gane la presidencia de la República

En tanto, AMLO y Anaya, los adversarios del tricolor, continúan aumentando sus considerables ventajas

  La más reciente encuesta, levantada apenas concluidas las precampañas electorales, expone con diáfana claridad la situación en la que llegan a la meta intermedia del proceso los candidatos postulados por las coaliciones que compiten por la presidencia de la República. El dicho estudio demoscópico se realizó en vivienda del 8 al 11 de febrero, y lleva el sello del Grupo Reforma. ¿Contiene algún  cambio de posiciones en el orden de los aspirantes? ¿informa de tendencias imprevistas? Contesto a ambas preguntas: 1) No, no hay novedad en lo que toca a la ubicación de los candidatos; es la misma que tenían al comienzo de sus respectivas precampañas y, 2) Sí, si se detectan movimientos entre diciembre y enero; los hubo, ¡pero en sentido inverso a lo esperado!

Posiciones relativas iguales…

  Una vez que partidos y coaliciones dieron a conocer los nombres de sus candidatos, los primeros sondeos mostraban ya un sólido puntero, Andrés Manuel, abanderado de Juntos haremos Historia; detrás de él, a regular distancia del líder, Ricardo Anaya, de Por México al Frente y, cerrando la procesión, bastante atrás, José Antonio Meade, de Todos por México. Se ha dicho -sin que se faltara a la verdad- que esas cifras iniciales favorecían a López Obrador debido a que era, con mucho, el más conocido del elenco. La posición de retaguardia de Meade se explicaba justamente por la razón contraria: la gente no sabía de él. Y a la mitad, justo entre ambos, Anaya, que a la sazón tenía un par de años de haber irrumpido con fuerza en los medios.

¡…pero diferencias crecientes!

  Se pensaba que, una vez puesta en marcha la maquinaria del PRI, dos meses bastarían, si no para emparejar las cifras, sí para acortar las distancias con el primer sitio y, sobre todo, para acercarse a ese segundo lugar desde el cual podría captarse -al menos teóricamente- tanto el voto opuesto al lopezobradorismo como el del panismo inconforme y resentido. La sorpresa -la gran sorpresa, diría yo- devino al comprobarse que el número de adeptos a la causa de Andrés Manuel había crecido dos puntos porcentuales en intención de voto bruto; los de Ricardo, en seis, y los de José Antonio, ¡menguado en 3! En términos de voto efectivo, el 18% al que retrocedió el candidato priísta -no priísta- lo relega a un todavía más lejano tercer lugar, a 14 puntos de distancia de Anaya -que registra un 32% de aceptación-, y a 24 de López Obrador -que se alza con un 42%-, desventajas ambas que para Meade se antojan imposibles de alcanzar, máxime si se mira la confusión que priva en su entorno.

El fantasma del voto útil

 El tricolor enfrenta una preocupante paradoja: a Meade se le conoce cada día más pero se le acepta cada día menos. Cuanto más se divulga su nombre, más se le rechaza. Así las cosas… ¿qué le reserva el futuro al PRI y a todos los que con sus colores van a competir por un cargo de elección popular? Si esa percepción ante lo que apunta para estrepitoso descalabro continua permeando en el electorado, Meade, el PRI, y seguramente la mayoría de sus candidatos, van a ser víctimas del voto útil, ese caudal de sufragios que se quita al rezagado y se canaliza al que conserva posibilidad de ganar. El fenómeno ya ocurrió en la presidencial del 2006, cuando Roberto Madrazo desapareció del mapa y arrastró en su caída a un priísmo que, no sólo encajó la humillante derrota, sino que además redujo a un mínimo histórico su presencia en ambas cámaras federales.

Sin adelantar vísperas pero…

 Aunque las diferencias entre candidatos son importantes y parecen irreversibles, sería imprudente asumir -por lo menos por ahora- que la elección está resuelta. Faltan muchos días -tantos como 132- para acudir a las urnas y, si bien el PRI no podrá cambiar la lánguida personalidad de su abanderado, si puede acudir -y acudirá sin duda- a sus métodos de coerción del voto, potenciados en esta ocasión por el temor a la derrota, y a lo que conllevaría para quienes transgredieron la legalidad. Basta recordar que en estados donde hubo alternancia, los gobernadores salientes tuvieron que enfrentar a la Justicia. Algunos de ellos ya dieron con sus huesos en la cárcel, y varios más no tardarán en hacerles compañía.

Ni con la aplanadora a plena marcha…

  Como se ve, la cuesta arriba luce demasiado empinada; para superarla, Meade requeriría de un despliegue monumental de recursos. Veamos: si se estima que su desventaja es de 24 puntos, y que cada punto porcentual representa grosso modo 500 mil votos… ¿de dónde sacará doce millones de sufragios que le harían falta para aproximarse al líder? ¿cuántas, de entre toda esa enorme cantidad de papeletas electorales, le será posible comprar con dádivas? Por otra parte… ¿qué tan cierto es que el dinero del PRI-gobierno se convierte en votos contantes y sonantes? Y, por último, ¿en qué medida intimida al votante la amenaza de cancelarle beneficios de programas sociales? Pese a todo lo anterior, y a que sabemos lo que aconteció en el Edomex, Meade anticipó ya que su plan electoral se inspirará en los mismos métodos que le dieron el triunfo a Alfredo del Mazo. Así, con ese desparpajo lo dijo. En fin, sobre aviso no hay engaño.

Datos que abruman

 Los indicadores de la encuesta del Reforma están en línea con los de Buendía & Laredo de El Universal y apuntan a que, si hoy fueran los comicios, Meade no ganaría ninguna circunscripción electoral ni ninguno de los distintos estratos en que, para fines estadísticos, se agrupa a los electores según su edad, sexo y escolaridad. En todos ellos, el tricolor y su candidato aparecen a la zaga de sus adversarios. Otro dato: 45% del electorado declara que nunca votaría por el PRI. Y aún más grave: sólo el 55% de su militancia lo apoyaría, lo que significa que el voto duro tricolor, antaño inamovible... ¡está pensando emigrar! Por donde se vea: el panorama, si no desolador, si es por lo menos inquietante. Por lo demás, no hay forma de augurar mejor futuro a Meade mientras tenga a su lado a personajes nefastos y calumniadores como Ochoa Reza o Javier Lozano…, o tan limitados como Aurelio Nuño. Tendría que empezar de cero.

ANTENA NACIONAL

¿Seguridad o vulgar espionaje?

 Si se quiere brindar protección a un candidato, la lógica aconseja que, previa autorización del interesado, se le proporcione personal armado que se identifique y realice sus funciones en acuerdo con la coordinación de campaña. Pero hacerlo seguir con un agente del Cisen persigue espiar movimientos con el propósito de dar cuenta de ellos… a quien sabe quien y a saber con qué fines.