• Alfonso Sánchez Anaya
Esos hechos, acontecimientos que están sucediendo, que tocan definitivamente las fibras más sensibles de nuestra sociedad, que nos hacen preguntarnos si ese es el tipo de país en el que queremos vivir.

Hace una semana, en el periódico El Universal se publicó un reportaje de la migración hacia el Estado de Sonora de los Rarámuris (http://www.eluniversal.com.mx/estados/en-la-sierra-los-mato-el-hambre-aseguran-indigenas-raramuris), los hombres de los pies alados, una comunidad indígena asentada en la sierra tarahumara de Chihuahua, que nos hizo recordar la tragedia que viven por su extrema pobreza y que ha provocado que en los últimos quince años, se tengan noticias recurrentes sobre los frecuentes suicidios que ocurren en ese grupo de mexicanos, que por sus lamentables condiciones de vida y en su desesperación por la miseria que ellos y sus familias sufren, adoptan la dolorosa decisión de quitarse la vida.

El deterioro de las condiciones materiales de vida de los mexicanos se hace cada vez más evidente, no sólo al revisar las cifras de los índices de crecimiento de la pobreza en este país, que ya alcanzan a más del 50 por ciento de la población y que van en aumento, sino también por lo que estamos viviendo cotidianamente a nuestro alrededor.

La brecha entre la riqueza y los privilegios de unos pocos, muy pocos y, la pobreza creciente de la inmensa mayoría de los mexicanos, se hace cada vez más grande, lo que empieza a causar tragedias muy dolorosas, vergonzosas e inmensas entre nuestra gente, como las que vive ese pueblo de los Rarámuris al que me he referido.

Como he afirmado en comentarios anteriores, no existe ya ningún renglón o rubro de la administración pública en todo el país, en todos los niveles de gobierno municipal, estatal o federal, que no muestre signos de descomposición, corrupción, impunidad e ineficiencia; hacia cualquier lugar que uno quiera observar, se reflejan los síntomas de un Estado-gobierno que le ha fallado tremenda y rotundamente a su pueblo.

Hemos permitido que unos cuantos, tan pocos que apenas se cuentan por docenas, hayan acomodado leyes e instituciones gubernamentales para su exclusivo beneficio, llenándose de privilegios en agravio del pueblo de México, al que deberían servir y procurarle las condiciones materiales de bienestar necesarias para tener una vida digna.

Hemos dejado que unos pocos decidan por todos, la implementación e imposición de un “sistema de gobierno” que les permite a ellos enriquecerse desorbitadamente, sin que nada más les importe y sin que nadie pueda impedírselos y, los resultados de ello se traducen en un  deterioro generalizado de las formas y niveles de vida de la inmensa mayoría de la población: mientras esos pocos “administran” la riqueza nacional en su exclusivo beneficio, la población está cada vez más expuesta a la pobreza por falta de una estructura social, política y económica que genere oportunidades de empleos suficientes y mejor pagados.

Y atrás de todo ello, arrastrado por la propia inercia de la desmedida codicia del grupo en el poder, están factores de vida peligrosos que afectan desde hace algunos años a toda la sociedad como lo es el incontrolable crecimiento del crimen organizado; podría decirse que todas las familias de este país ya han sufrido hacia el interior de la misma o en el círculo de sus amistades, compañeros de trabajo o simplemente conocidos o vecinos, la lacerante vivencia de haber sido víctimas de la comisión de algún delito.

Necesitamos que haya un verdadero y radical cambio en el gobierno de este país; la gente debe saber que sí tiene el poder para cambiar esa mala, negativa y perjudicial forma en como hasta ahora se ha administrado  y gobernado  este país y que tanto daño nos ha hecho y que seguirá haciéndolo si no ponemos un alto a todo ello.

Definitivamente no queremos encaminarnos hacia una forma de vivir que reproduzca cada vez más y en otros sectores de nuestra sociedad, tragedias como la que sufren y viven nuestros paisanos Rarámuris, en Chihuahua. Es tiempo de que unos cuantos dejen de decidir por todos. Es tiempo de ponerle remedio a la terrible situación que vive el país.