• José Vicente Sáiz Tejero
De las muchas explicaciones que debe dar López Obrador en el muy probable caso de que gane la elección presidencial

Por José Vicente Sáiz Tejero

 

La reconciliación nacional de la que hoy se habla es esencial, sí, pero no al precio de condescender con la corrupción

 

Hasta ahora nadie, ni Andrés Manuel, ha precisado el significado de esa Cuarta Transformación que propone a México

 

Con independencia de simpatías políticas, el 1º de julio hay que defender a como de lugar la limpieza de los comicios

 

Mis sinceras condolencias para Tito Cervantes. Desde que fuimos compañeros en el primer consejo electoral ciudadanizado que hubo en Tlaxcala aprendimos a profesarnos mutuo respeto. Fuerte abrazo al buen amigo.

 

  A seis días de la elección del 1º de julio, todo hace pensar que sólo falta un paso -si se quiere pequeño pero que ha de cumplirse- para que la realidad confirme lo que las encuestas llevan semanas de adelantarnos: el cantado triunfo de López Obrador. Y corresponde darlo, como es obvio, a los millones de simpatizantes diseminados a lo largo y ancho del territorio nacional que -credencial de votar en mano- acudirllegara a tener cometud si como se sospecha mocracia mexicana en proceso de construcciudterritorioán a las urnas este próximo domingo para ratificar su voluntad de hacer presidente de la República a su candidato. Si se cumple ese supuesto, y si además defienden el voto en las casillas y en todas las instancias oficiales a las que haya que recurrir para denunciar irregularidades ahí donde ocurrieren, si todo eso acontece, repito, entonces el inefable, contradictorio, carismático y popular abanderado de Morena coronará con éxito éste su tercer intento por regir los destinos políticos de México. Y lo hará, amigo lector, a partir del 1º de diciembre, lo que le da un margen amplio para que -en esos cinco meses que median entre la elección y la toma de posesión- aclare las dudas que rodean a muchas de sus ofertas electorales como, por mencionar una, la revocación del mandato, forma de consulta que requiere de una reforma constitucional sólo factible de materializar si se dispone de una mayoría calificada en el Congreso de la Unión, y si se cuenta además con el voto aprobatorio de al menos la mitad más uno de los Congresos de las entidades federativas. Y no sobraría tampoco que el tabasqueño precisará qué motivos tiene para, como dice, desconfiar de la sociedad civil, rubro genérico con el que se identifica a agrupaciones de gente valiosa sin cuyo trabajo, inteligencia y empeño no se habrían concretado muchos de los avances conseguidos por esta nuestra democracia mexicana en permanente proceso de construcción.

 

De pactos, impunidad y reconciliación

 

 Otra de sus propuestas envuelta en la indefinición es su idea de acudir a la figura de la amnistía, la cual, siendo interesante si se la inserta en una política general destinada a pacificar el país, produce en cambio grande inquietud si llegara a tener como inmediatos beneficiarios a los delincuentes políticos que han robado los dineros del pueblo.   Hace días que Andrés Manuel está enviando con insistencia mensajes de paz y concordia a Peña Nieto; el más reciente lo mandó a través de Porfirio Muñoz Ledo quien, por medio de la prensa, le hizo saber que “…no lo van a perseguir…” (El Universal, 21/05/2018), enfatizándole las ventajas de una transición “…tersa…”, y añadiendo -en velado tono de advertencia- que “…sería un gravísimo error no saber pasar la estafeta…”. Y para persuadirlo se valió de un argumento harto convincente: le recordó la enmarañada transición de 1994 que llevó al ex presidente Carlos Salinas al autoexilio, y a la cárcel a su hermano Raúl. Ese pretendido y supuestamente conveniente acercamiento entre López Obrador y Peña Nieto presenta, empero, dos aristas cortantes a considerar: 1) confirmaría la tesis de Ricardo Anaya acerca de la existencia del tan traído y llevado pacto entre el PRI y Morena, lo que entre otros efectos podría ocasionar una reducción repentina e incuantificable de la ventaja de Andrés Manuel respecto del frentista… a escasos días de la elección y, 2) el perdón a los abusadores del erario daría al traste con la principal arma -la disuasión- de que se dispone contra los corruptos, y equivaldría -vergüenza de vergüenzas- a permitir el triunfo de la impunidad. De confirmarse el ofrecido salvoconducto a Peña Nieto, el lopezobradorismo sufriría su primera gran decepción. Pongámoslo claro: indultar al presidente y a los gobernadores con cuentas pendientes sin llevarlos a juicio no paliaría el enojo de la gente ni calmaría su sed de justicia; sería una tremenda equivocación cometida en aras de una hipotética reconciliación nacional.

 

La Cuarta Transformación

 

  Ante la inminencia de su probable victoria, es llegada la hora de preguntar a Andrés Manuel que significa esa Cuarta Transformación de la que habla, cuáles los alcances de la tal iniciativa, y de que forma contribuirá al bienestar de los mexicanos. Si la Primera Transformación fue la Independencia, la Segunda la Reforma y la Tercera la Revolución, debemos suponer que esta Cuarta también implicará un cambio dramático de naturaleza social, económico y político. Las tres anteriores tuvieron como común denominador que se ganaron con las armas y al precio de muchas vidas, y que cada una de ellas culminó con la promulgación de una constitución que, en efecto, dio otro rumbo y otra estructura al país. Así, la Independencia, con la de 1824, consagró la soberanía de los Estados Unidos Mexicanos, nos constituyó en república federal y representativa, y definió la división de poderes, en Ejecutivo, Legislativo y Judicial; la Reforma, con el estatuto de 1857 y las subsiguientes Leyes de Reforma, separó Estado e Iglesia, consagró la libertad de cultos, suprimió los fueros del clero y del ejército y decretó la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Finalmente, la Revolución, con la Constitución de 1917, determinó que la propiedad de tierras y aguas corresponde a la nación y que el interés público ha de estar por encima del privado, e incluyó garantías sociales en dos distintas materias: 1) la laboral, con la jornada de ocho horas, el descanso semanal, la prohibición del trabajo infantil, la libre asociación sindical y el derecho a la huelga y, 2) la educativa, con la escuela primaria gratuita, obligatoria y laica. Insisto: ¿de qué habla López Obrador al referirse a esa Cuarta Transformación? ¿cómo la lograría? ¿y qué es lo que de ella debemos esperar?

 

De futuro… y de ciudadanía responsable

 

 La siguiente entrega, amable lector, será la del 2 de julio. Si el proceso electoral no descarrila por motivos que ninguna mente equilibrada y sensata desea, si se desenvuelve con normalidad y si se respeta la voluntad ciudadana, cuando el próximo lunes tenga El Sol de Tlaxcala en las manos usted ya sabrá quien será el presidente de la República para el sexenio 2018-2024, así como el nombre de los ganadores de las nueve gubernaturas en juego. Incluso tendrá una idea -sino precisa si aproximada- de cuál será la composición del Congreso de la Unión y también, claro, del Congreso de Tlaxcala. No importa quien haya sido el candidato al que haya correspondido la victoria en la elección presidencial; cualquiera de los tres que la disputaron sabe bien que la situación que vive México demanda una hoja de ruta distinta y reformas institucionales de fondo para enfrentar -con herramientas diferentes y una visión distinta- los problemas que nos aquejan. Amaneceremos ese lunes 2 de julio con un nuevo mapa político que modificará radicalmente las relaciones entre los partidos, y a los partidos mismos; sin embargo, nada de eso bastará si no hay una decidida voluntad de cambio en la persona que llegue al puente de mando del Estado y empuñe el timón que lo conduce. Tan importante es lo que está por dirimirse, estimado lector, que convierte en absolutamente inexcusable su presencia activa y vigilante en la elección. Y vote usted por quien mejor le parezca… ¡pero vote!