• Beatriz Pagés
Luego no nos sintamos engañados. El presidente de la república acaba de anunciar una gran verdad. Avisa y confirma que habrá una nueva Constitución.

 

Durante el discurso que pronunció con motivo del 102 aniversario de la carta magna se refirió en cuatro ocasiones a la necesidad de elaborar lo que llamó una “cuarta Constitución” para empatarla con la “cuarta transformación”, lema de su gobierno. 

Aunque no se atrevió a decirlo en campaña y tampoco el 1 de diciembre, día en que rindió protesta, lo cierto es que había indicios de que en cualquier momento iba a poner su propuesta sobre la mesa.

En Querétaro, en un escenario simbólico, como acostumbra a hacerlo, puso la primera semilla.
No se atrevió a hacer mención de ella antes, para evitar que lo compararan con el régimen dictatorial de Hugo Chávez, sin embargo; todo indica que el proyecto constitucional de la 4T debe tenerlo guardado en un cajón y listo para ser aprobado. 

Lo extraño, en realidad, sería que Andrés Manuel López Obrador no tuviera en mente ser el autor, redactor y promotor de “SU Constitución”

López Obrador ha vivido y hoy gobierna para pasar a la Historia. Nada resulta más fascinante para él que ver plasmada su idea de nación en cada letra, coma y artículo de un texto constitucional.
Todos los días —así se ve en “las mañaneras”— da golpes de cincel a su efigie que imagina en bronce. 

Por eso compara con frecuencia la cuarta transformación con la Independencia, el movimiento liberal y la Revolución. Así como después de cada gesta hubo una Constitución, así también “Nosotros —señaló— buscamos una nueva transformación y corresponderá tener una nueva Constitución”.

El punto clave es: ¿qué Constitución? “La cuarta”, a diferencia de las otras, sería la primera carta magna que no sería consecuencia de una guerra de Independencia, de un movimiento político militar para derrocar una dictadura, como la de Santa Anna, o de una revolución como la de 1910.

La cuarta Constitución sería en realidad producto de la visión de un solo hombre que, en muchos casos con razón, pero en tantas otras de manera confusa, ambigua y contradictoria, pretende aniquilar el viejo régimen.

La idea, entonces, de formar un constituyente desde un gobierno caracterizado por concentrar y centralizar el poder, por debilitar los órganos autónomos, intervenir en los otros poderes y polarizar a la sociedad resulta ser un mal presagio para la democracia.

El presidente de la república tiene razón al decir que ha sido traicionada la Constitución de 1917, pero la primera cuestión a saber es si el texto que propone sería resultado de un acuerdo nacional, o de una imposición doctrinaria, monopartidista y unipersonal.

El temor crece al ver que México decidió avalar el gobierno de Nicolás Maduro, una de las dictaduras más nefastas de la historia latinoamericana, y cuna, por cierto, de ese tipo de constituciones que se inventan para legitimar la “toma de poder”.

*Texto publicado en la Revista Siempre!

Link: http://www.siempre.mx/2019/02/la-constitucion-de-un-solo-hombre/