• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero…

 

Es el boxeo un deporte que, durante décadas, ha puesto en alto el nombre de México; sin embargo, hoy en día se ha convertido en el jugoso negocio de unos cuantos. Las ganancias que genera el box alcanzan para que peleadores, representantes, empresas televisoras y casas de apuestas obtengan millonarias ganancias, sin importar la infame calidad del espectáculo que, con frecuencia, brindan.

Pero no siempre fue así. Hubo grandes exponentes mexicanos del boxeo que destacaron a nivel mundial y pusieron en alto el nombre de nuestro país. Entre otros Carlos Zárate, Salvador Sánchez, Isidro “Pipino” Cuevas, Ricardo “Finito” López, Juan Manuel Márquez, Julio César Chávez, Rubén “Púas” Olivares y Guadalupe Pintor. Estos boxeadores se caracterizaron por ofrecer extraordinarias funciones, ya que desde el primer round demostraban su profesionalismo y sus ganas de obtener el triunfo.

Con memorables batallas, los grandes ídolos del boxeo mexicano lograron obtener el respeto, el cariño y la admiración de la afición que disfrutaba cada una de sus peleas. Hoy parece que el boxeo profesional dejo de ser un deporte de verdaderos ídolos populares y se convirtió en un negocio millonario de soberbios pugilistas artificiales.

SAÚL “CANELO” ÁLVAREZ, estimado lector, es el mejor ejemplo de lo que comento. A pesar de su impresionante récord profesional de 51 victorias, 2 empates y 1 derrota, muchos creemos que esos números se deben, en gran medida, a que ha enfrentado a peleadores a quienes superaba físicamente. La única derrota profesional del CANELO fue precisamente contra Floyd Mayweather Jr., de impresionante físico, quien le ganó los 12 rounds del encuentro que sostuvieron el 14 de septiembre del 2013. 

La inversión de sumas millonarias de dinero para promocionar las peleas del CANELO ha ocasionado, casi siempre, los mismos resultados: primero, entusiasmo en millones de mexicanos que se preparan para ver una gran función de box; luego, una profunda decepción en la mayor parte de la afición por el pobre desempeño del pugilista jalisciense.

El ejemplo más reciente es la pelea del pasado sábado, en la que contendió contra Daniel Jacobs. En la función, el CANELO ofreció un espectáculo sumamente pobre y carente de entusiasmo, lo cual fue evidente al terminar los 12 asaltos, ya que ni él ni su rival mostraron algún daño de consideración en el rostro.

Otra pelea que causó gran expectativa y de la cual se esperaba un combate extraordinario fue la que sostuvo, el 6 de mayo del 2017, en contra de Julio César Chávez Jr. El resultado fue un verdadero fiasco y el CANELO fue severamente criticado por no haber noqueado a su contrincante que demostró ser un verdadero “bulto”.

Otro combate que se destacó por haber dejado cantidades incalculables de dinero a sus promotores y al CANELO fue el que sostuvo contra Gennady Golovkin, el 16 de septiembre del 2017. En esa ocasión se decretó un empate dando como resultado que se anunciara una nueva pelea, inicialmente programada para el 5 de mayo del 2018. 

No obstante, la fecha se cambió para el 15 de septiembre del mismo año debido a que el SAÚL ÁLVAREZ dio positivo por clembuterol –sustancia con propiedades anabólicas- lo que derivó en la suspensión temporal de su licencia de boxeador. Finalmente, tras llevarse a cabo el segundo encuentro, el CANELO ganó por una polémica decisión a Golovkin.

Considero que otro aspecto que contribuye al desencanto y la frustración de los aficionados al boxeo con respecto a la figura del CANELO, es la forma descaradamente parcial con que se conducen los cronistas y comentaristas deportivos, ya que demuestran una evidente preferencia por el supuesto nuevo ídolo mexicano que, a final de cuentas, deja mucho que desear como boxeador.

Además, la forma en que SAÚL ÁLVAREZ se desempeña dentro y fuera del cuadrilátero lo vuelve un personaje que no conecta con la afición al boxeo. Su imagen proyecta prepotencia y altanería. La falta de sencillez y humildad que transmite lo convierten en un personaje poco agradable para la gente. El CANELO podrá haber ganado muchos millones de pesos pero, por alguna razón, no ha logrado ganarse el respeto, el cariño y la admiración de la mayoría de sus compatriotas.

Como siempre, mi total agradecimiento y respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Hasta la próxima, si Dios lo permite.