• Cutberto Luna García
Por el Placer de Servir

 

 

Después de un maravilloso y poco usual fin de semana en casa, en el que reunida mi familia completa: mis hijos, mi compañera de vida y yo, guisamos, comimos, jugamos, bailamos y hasta un copetín me tome. Me di cuenta del maravilloso privilegio que el Todopoderoso me prodiga al permitirme pertenecer a una gran y unida familia. En la que hemos tenido como en todos los hogares tristezas, alegrías, penas, pleitos, triunfos y mucho más. 

Lo que me llevó a voltear y pensar en aquellas familias, hoy llamadas rimbombantemente “disfuncionales”, porque sus miembros carecen de identidad con su propio núcleo familiar, que les impide disfrutar de la maravillosa experiencia de tener a dónde encaminar sus pasos, por necesidad o requerimiento de ayuda, protección, afecto, amor o incluso dinero.

Es ahí cuando surge la ventaja que genera contar con una familia unida, pues en ella no existe el egoísmo, pero si la voluntad para escuchar y compartir amor, alegría, emociones, paz y seguridad. Aspiración natural a la que queremos llegar al menos en las familias tlaxcaltecas y en la mía particularmente. Y no precisamente por el ejemplo en el que se convierten, sino porque ahí vemos su comportamiento, apoyo moral y económico, convivencia constante y sobre todo comunicación. Lo que desde mi perspectiva es… amor de familia. 

He llegado a pensar que una familia unida, es producto de un vínculo virtuoso entre generaciones y la garantía de su futuro y su historia. Cuando encontramos una sociedad en la que los hijos no respetan ni honran a sus padres, desde mi opinión, esta se convierte en una sociedad sin virtud, ni honor, egoísta y perdedora. Que cosechará lo que siembra, decía acertadamente mi madre en casa.

Tengo la fortuna de conocer a más de dos familias realmente unidas, y lo afirmo porque es notoria su gran capacidad de compromiso, relación y obligación entre sus miembros, en los que se incluye a la mal llamada para mí, familia extendida. Pues se encuentran incluidos abuelos, tíos, primos, suegros, cuñados, nueras, yernos y hasta algunos colados, sin descontar al perro y al perico. Quienes de manera contundente respetan su jerarquía, tradiciones y costumbres. Sin importar las grandes o pequeñas diferencias que pueda haber entre ellos.

Y retomo el concepto de familia extendida, para subrayar lo importante que resultan ser, pues además de integrarse a la familia con amor, respeto, comunicación, también aportan energía positiva, propuestas y voluntad para formar parte de ese bello universo familiar. Quienes además de participar en los festejos, también se convierten en columnas de apoyo en momentos difíciles, de compromiso social o moral y de fe.

Creo porque así lo he vivido, en una familia unida y alegre, siempre existe la posibilidad que las cosas cambien, sin importar que estas escapen a nuestras posibilidades. Como las enfermedades, la economía o la interpretación de los valores. Para ello está el resto de la familia que apoyará a enfrentar con ímpetu y decisión lo que venga. Porque al final de cuentas, el apoyo de todos con todos, es un verdadero antídoto aún para las circunstancias más adversas. 

La fe y la familia unida, son factores muy importantes a la hora de medir las posibilidades de salir de los problemas, por muy difíciles que sean. Incluso cuando hay altos índices de pobreza, bajo nivel educativo y menor presencia en la vida social.

Una familia unida deja para el futuro, una herencia muy importante y notoria, pues es común escuchar de sus miembros:  en mi familia se hacía… comía… íba… regalaba… jugaba… etcétera. Eso no se puede olvidar jamás. Pues queda impregnada en el corazón y  la mente para siempre. A pesar del tiempo y la distancia.

Es importante aprender a tener una familia alegre, dispuesta y unida. La fórmula es sencilla: aceptarnos tal cual somos, contar con objetivos claros, pensar en todos sus miembros, colaborar en las tareas por sencillas que parezcan y lo más importante saber dar y recibir amor y respeto.
Recordemos que en la familia siempre encontraremos algo bueno, fácil de alcanzar y valioso. Partiendo del fomento en las virtudes y valores que se enseñan y practican en el seno de la familia unida.

Por todos es sabido, que cada familia es única y por tanto, especial. Sin embargo, en esencia todas las familias sin importar su situación social, económica, política, religiosa o de la índole que sea. Son iguales en su fin último, que no es otra cosa que ser felices y hacer felices a sus miembros, ya sean los propios o los ajenos que dejan de serlo, por el simple hecho de ser aceptados y permitidos para convivir y disfrutar como una gran familia que se es. Porque eso es…. Dar de Sí, antes de pensar en Sí.

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