• Cutberto Luna García
Por el Placer de Servir

A consecuencia de mi comentario anterior, tuve la oportunidad de abundar acerca del tema, con algunos amigos.  De los seis que estábamos, a pesar de lo heterogéneo de nuestra formación y ocupación profesional. Coincidimos que, con desventura la familia continúa deteriorándose aceleradamente, y no me refiero solo a la familia tradicional, y que tampoco importa el estatus social, económico, ni profesional. Pero lo más grave es que nadie hace algo por solucionar este problema. 

La preocupación no solo es como padre que soy, sino como parte de una sociedad en la que vivo. Pues nos enfrentamos a un mundo progresivamente complejo. Pues contrario a lo que podría pensarse, con la información en abundancia que hay por doquier y de cualquier tema. El temor al menos mío, gira en torno a que nuestros infantes crecen sin la suficiente dirección para controlar esa misma información, acerca de las reales prioridades de su vida, y especialmente el lugar que tiene que ocupar la familia como célula esencial de una sociedad organizada.

Observo que, en la vida actual no hay tiempo para casi nada incluyendo: descansar, jugar, meditar, leer, estudiar, distraerse y lo más importante… compartir con la familia. Pues decimos que no nos alcanza y que ojalá el día tuviera 30 o más horas. Lo que genera en nosotros un alto nivel de estrés y un cansancio físico y mental que nos desequilibra emocionalmente.

El problema para mí, reside en el hecho que nuestra sociedad nos convierte día a día, en entes consumistas, atemorizados y faltos de fe. Que crea en nuestra mente, la falsa percepción que no es posible cumplir con nuestras obligaciones en los distintos roles que ejercemos, ya sea como padres, trabajadores, cónyuges, amigos, etcétera.  O en el plano personal, para poner en práctica nuestro entretenimiento, estudio o culturización.

Los estudiosos del tema, dicen que la mercadotecnia ha creado paradigmas orientados a crear prioridades en beneficio del éxito laboral-profesional y por consecuencia económico. Dejando para un segundo término, el verdadero gran mundo que debiera ser la familia y el entorno cercano al individuo. Pues son ellos, los únicos que por lo regular se mantienen junto a nosotros, durante y después del éxito, o el fracaso.

Es común observar que los padres nos convertimos en algo poco más que un robot. Pues afectados por el temor a la dificultad de la supervivencia física personal y familiar, con la ausencia casi total de fortaleza espiritual y la fe en el nivel más bajo. Nos dedicamos a ejecutar las instrucciones que nos marcan los medios de comunicación, a quienes solo les interesa nuestro consumo de bienes y servicios. Sin importarles que sean necesarios o no, que su influencia sea positiva o contraria a la formación de familia. Allende de generar conflictos familiares en torno a la moralidad, las buenas costumbres y el respeto a la ley.

Es por ello que los verdaderos educadores de los infantes, que somos los padres, en conjunto con los impartidores de conocimiento formal, que son los maestros. Debemos comprender la necesidad y conveniencia de educar para la vida, pues con ello habría más hombres y mujeres felices y exitosos, en el mundo que nos toca vivir.

Por ello considero que, desde nuestro seno familiar, tenemos que generar un cambio en la forma de educar a nuestros hijos. ya que lo más importante a desarrollar en ellos desde mi humilde apreciación, es la capacidad para comprender que nuestros pensamientos y acciones, deben estar orientados al logro del bien común; a saber vivir cada instante que tengamos; a convertir nuestros sueños en realidad; a conocer nuestras fortalezas y debilidades y sobre todo saberlas aplicar; a amarse a sí mismo y sobre todo a sus semejantes; a superar miedos y temores, aún los más difíciles y horrorosos; a alcanzar las metas que se propongan; a dar siempre un primer paso y luego otro y otro más; a creer en la gente y sus circunstancias. Y a muchos temas más. Que al final de cuentas son los que nos tienen que hacer mejores individuos. Recordemos, que los seres humanos podemos y tenemos que ejecutar todos nuestros aprendizajes. Para empezar, el más de los elementales que es compartir lo que se tiene. Y que no es en la escuela donde se aprende, pero si donde se confirman y solidifican esas enseñanzas con el entorno donde vive.

Por estas y otras razones considero estamos obligados a crear hogares para mujeres y hombres virtuosos. Y es urgente estar convencidos de ello, y ponerlo en práctica inmediata. Pues si educamos adecuadamente a nuestros hijos, seguirán existiendo familias sólidas y permanentes, que se encargarán de conformar una sociedad sana, tranquila y en paz. Porque eso es Dar de Sí, antes de pensar en Sí. 

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