• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero...

 

 

Hace unos días, el titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), Eduardo Valiente Hernández, anunció que para el mes de noviembre iniciará operaciones la nueva Policía Estatal de Caminos como una corporación adherida a la Dirección de Vialidad y Tránsito. Según lo hasta ahora informado por el funcionario estatal, la idea es que este agrupamiento no solo esté enfocado a temas de vialidad sino también al combate de delitos.

Valiente Hernández precisó que la Policía Estatal de Caminos tendrá competencia en alrededor de 570 kilómetros de carreteras que conforman la red estatal y que se espera que inicie operaciones con 25 unidades automotoras nuevas y 50 elementos policíacos.

La función de esta nueva agrupación será el mantenimiento del orden y la seguridad pública en vías de comunicación de competencia estatal; por lo tanto, los efectivos adscritos a esta corporación vigilarán el cumplimiento del marco normativo, del reglamento de tránsito, además de la prevención y atención de accidentes. 

Considero, estimado lector, que la medida anunciada por el secretario de Seguridad Ciudadana merece un voto de confianza y el beneficio de la duda, porque su finalidad está encaminada a combatir la alta percepción de inseguridad que registra Tlaxcala y que representa uno de los principales problemas que enfrenta el gobierno estatal.

De acuerdo con la última encuesta nacional sobre las condiciones de gobierno en México, publicada el pasado mes de septiembre y elaborada por Arias Consultores, Tlaxcala es la tercera peor entidad del país en lo que se refiere a percepción de seguridad, apenas mejor que Morelos y Guerrero, dos estados con altísimos niveles de criminalidad. 

Los datos de la mencionada encuesta revelan que a la pregunta “¿Ha mejorado la seguridad en el estado?”, 93.6 por ciento de los tlaxcaltecas encuestados respondieron que no, 3.5 por ciento dijo que no lo sabía y apenas 2.9 por ciento contestó que sí. Los números son contundentes y hablan por sí mismos.

En este contexto nacerá la Policía Estatal de Caminos y por eso considero de fundamental importancia que la nueva agrupación evite caer en actos de corrupción a los que nos han acostumbrado algunos efectivos de la Policía Federal y la propia Policía Estatal, que más que respeto causan temor y desconfianza en los conductores cada vez que les solicitan detener su marcha. En este punto quiero enfatizar que no se puede generalizar el desempeño de una corporación completa, pues siempre hay buenos y malos elementos.

Una posible tentación para caer en actos de corrupción será el tema abordado en la pasada entrega de esta columna, en la que hablamos sobre  la falta de placas vehiculares que ha generado inconformidad entre los demandantes de este servicio. Con la puesta en marcha de la Policía Estatal de Caminos, estas circunstancias podrían crear un problema para quienes utilizan las carreteras estatales.

Sin duda, la Policía Estatal de Caminos enfrentará un importante reto encaminado a limpiar la imagen y dignificar la labor policial en Tlaxcala, ya que en la actualidad la SSC no goza de una buena reputación ni de confianza por parte de la ciudadanía. Un caso específico que explica muy claramente lo anterior es lo que sucede en la ciudad de Apizaco, donde es común observar a policías estatales levantando infracciones e interviniendo en accidentes a pesar de que la Dirección de Seguridad Pública del municipio cuenta con los elementos y patrullas suficientes para llevar a cabo ese trabajo.

Recordemos que las vías de comunicación estatales que unen a los 60 municipios y sus comunidades son utilizadas en su mayoría por ciudadanos dedicados primordialmente a actividades agrícolas y, en su mayoría, cuentan con vehículos de modelos atrasados que muchas veces no se encuentran al corriente en su documentación, ya que los ocupan para labores en sus propias localidades y comunidades circunvecinas. En un escenario como este, lo último que se necesita es una Policía Estatal de Caminos dedicada a la extorsión o la imposición implacable de multas.

Lo que el estado necesita es recuperar la credibilidad en sus fuerzas de seguridad pública y abatir los altos niveles de percepción ciudadana de inseguridad. Para eso será importante imponer una política de cero tolerancia a los abusos y actos de corrupción por parte de los uniformados de la nueva agrupación policial, así como contar con medios de contacto ágiles e interactivos para la recepción de quejas y denuncias por parte de los ciudadanos.

Como siempre, mi total agradecimiento y respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Hasta la próxima, si Dios lo permite.