• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero…

 

La crítica al poder es una función básica del periodismo y es una característica fundamental de cualquier régimen que se considere democrático. Toda persona que ocupe un puesto público debe estar sujeta al escrutinio de los medios de comunicación cuando se trata del desempeño de su encargo.

Sin embargo, en un contexto tan polarizado como el que vive nuestro país resulta difícil encontrar juicios u opiniones que verdaderamente respondan a un análisis racional y objetivo. Con frecuencia los odios y las pasiones ocupan, en medios de comunicación y redes sociales, los espacios que deberían llenar la razón y el intercambio de ideas.

Lo que digo, estimado lector, es válido tanto para quienes sistemáticamente atacan al presidente Andrés Manuel López Obrador con el filo de la ira y el odio, como para quienes lo defienden con el escudo de la ofensa y la descalificación irreflexiva.

Así tenemos que desde el inicio de su gobierno, que hace unos días cumplió 14 meses, el presidente de la República ha sido víctima de constantes ataques y cuestionamientos infundados por parte de algunos medios de comunicación, así como de conductores y analistas políticos que han mantenido una campaña de descalificaciones y verdades a medias.

Estos personajes, quienes están plenamente identificados por la ciudadanía, no dejan pasar la oportunidad de hablar en contra de AMLO, aunque muchas veces tengan que sustentar sus escenarios catastróficos en la simple especulación. Son pitonisos de una desastrosa realidad que, por lo menos hoy, solo existe en su cabeza o, quizá, en su corazón.

Entre ellos destacan JOAQUÍN LÓPEZ-DÓRIGA, LEO ZUCKERMANN, CIRO GÓMEZ LEYVA, CARLOS LORET DE MOLA, DENISE DRESSER, PABLO HIRIART, CARLOS MARÍN, RICARDO ALEMÁN, JORGE CASTAÑEDA, ENRIQUE KRAUZE, HÉCTOR AGUILAR CAMÍN y varios más que ayer se creían dueños de la verdad y con derecho de picaporte.

Todos los anteriores y otros, que parece que no encuentran acomodo en la nueva realidad del país, se han dedicado de manera constante a cuestionar, a veces con argumentos y a veces sin ellos, las decisiones que se han tomado dentro de la llamada Cuarta Transformación.

En los últimos días estas descalificaciones, ataques y burlas se han multiplicado, sobre todo en redes sociales, por dos temas que han acaparado la atención de la gente. Me refiero a la rifa del avión presidencial y a la eliminación de los fines de semana largos.

Sobre el tema del avión presidencial, desde su campaña López Obrador se comprometió a nunca utilizar esa ostentosa aeronave que adquirió el entonces presidente FELIPE CALDERÓN para ponerla a disposición de su sucesor PEÑA NIETO. Aunque AMLO ofreció vender el avión, nadie se interesó en adquirirlo debido a los exagerados lujos con los que fue diseñado y éste se convirtió en una carga financiera para el gobierno mexicano. En este contexto, la rifa es una salida de emergencia que, para disgusto de muchos, parece contar con el apoyo y el beneplácito del pueblo.

Por otro lado, recientemente el presidente López Obrador dio a conocer que propondrá modificar la conmemoración de los días festivos para que se celebren en la fecha exacta en que ocurrieron los hechos históricos que los originaron. De concretarse la modificación, se eliminarían los fines de semana largos o “puentes”, que se crearon en el sexenio de Vicente Fox con el argumento de aumentar la derrama económica en el sector turístico.

Como pasa con casi todos los temas que pone en la agenda el titular del ejecutivo federal, tanto la rifa del avión presidencial (que en realidad será un sorteo por el valor equivalente de la aeronave) como la eliminación de los fines de semana largos han generado burlas, críticas, ataques y descalificaciones para López Obrador. Al asunto se han sumado lo mismo analistas, periodistas, líderes partidistas, legisladores de oposición y hoteleros.

Lo menos que han dicho es que estamos ante otro “error” u otra “ocurrencia” del presidente de la República. El verdadero error, estimado lector, es que nadie tenga la ocurrencia de hacer una mejor oposición lejos del ataque sistemático y las descalificaciones fáciles. 

Como siempre, mi total agradecimiento y respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Hasta la próxima, si Dios lo permite.