• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero...

 

 

La grave situación por la que actualmente atraviesa el mundo, incluidos nuestro país y nuestro estado, es inédita en muchos aspectos para todos. Eso justifica en parte las tardías acciones que, a nivel global, muchos gobiernos han tomado para hacer frente a la pandemia del Covid-19.

 

Los desastrosos efectos que hoy ha causado el nuevo virus han sorprendido no solo a políticos y ciudadanos del mundo, sino incluso a algunos científicos que hace unos meses no calcularon la magnitud dañina del SARS-Cov-2.

 

Hoy sabemos que la pandemia del coronavirus ha provocado una crisis sanitaria como no se había vivido nunca antes en la historia de la humanidad, y que esto ha traído como consecuencia un golpe económico mundial que apenas empieza.

 

Como siempre ocurre, la crisis económica afectará con más fuerza a los países menos desarrollados, como el nuestro. El Banco Mundial prevé que la economía mexicana caerá un 6 por ciento en 2020 y que será una de las más golpeadas de Latinoamérica por el impacto de la pandemia.

 

Ante este panorama, los principales afectados serán quienes viven al día porque se ocupan en actividades de la economía informal. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el número de pobres en México podría aumentar en unos 3 millones cuando pase la contingencia sanitaria, pero eso parece no importarle a muchos servidores públicos de Tlaxcala.

 

¿Qué está haciendo, por ejemplo, la senadora BEATRIZ PAREDES para paliar entre los tlaxcaltecas esos negativos efectos? Hoy, la primera y única mujer que ha gobernado el estado, la brillante joven luchadora social que desarrolló una meteórica carrera política, la tlaxcalteca más influyente de la política nacional en las últimas décadas, solo recita poesía que se comparte en redes sociales para dar ánimo a sus paisanos.

 

La diputada federal ADRIANA DÁVILA, que lleva años en el Congreso de la Unión viviendo del dinero del pueblo, ¿qué está haciendo en esta situación excepcional de crisis?, ¿qué redes de apoyo está tejiendo?, ¿a favor de qué apizaquenses y tlaxcaltecas está trabajando desde su trinchera?

 

Pero esas dos figuras políticas de renombre nacional no son las únicas pasivas e insensibles. En el PODER JUDICIAL DE TLAXCALA están cruzados de brazos los magistrados que hoy reciben sus jugosos sueldos sin hacer prácticamente nada. Pero ellos se promueven en los medios de comunicación como servidores públicos responsables porque sanitizan espacios ¡¡que tienen semanas de estar cerrados!! Patético.

 

Y qué decir de quienes encabezan los organismos autónomos, que están desaparecidos y también han abandonado a su suerte a los ciudadanos. ¿Dónde están las acciones “altruistas” con las que la COMISIÓN ESTATAL DE DERECHOS HUMANOS disfraza su inacción para defender los derechos de los tlaxcaltecas? ¿Cómo debemos interpretar los habitantes de Tlaxcala los silencios sepulcrales del INSTITUTO ELECTORAL y el INSTITUTO DE ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA?

 

Es cierto que tanto el Poder Judicial como los organismos autónomos tienen facultades muy específicas previstas en el marco legal y que gozan de independencia respecto de las decisiones y acciones emprendidas por el Poder Ejecutivo para enfrentar, en este caso específico, la pandemia. Pero, ¿es moralmente justo que mientras familias enteras no tienen que comer otros reciban, del dinero público, íntegramente su salario sin trabajar? ¿A qué destinarán las diferentes instituciones públicas el dinero que se están ahorrando por la contingencia sanitaria, como materiales, suministros, combustibles o servicios básicos?

 

A pesar de su independencia, los Poderes de los estados y de la República, así como todos los órganos constitucionales, forman parte del Estado mexicano y hoy más que nunca deben “jalar parejo”. La situación que vivimos es extraordinaria, y los Poderes Públicos, los políticos y los organismos autónomos podrían estar haciendo mucho más para aligerar la pesada loza de pobreza y hambre que amenaza a millones de mexicanos. Sus privilegios intactos de potentados ofenden tanto como su indolencia e inacción.

 

Como siempre, mi total agradecimiento y respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Hasta la próxima, si Dios lo permite.