• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero...

 

La gravedad que en Tlaxcala ha cobrado la pandemia del coronavirus es responsabilidad del tibio actuar del gobierno estatal. Nuestras autoridades locales gobiernan con una insana e inhumana distancia que los aleja del dolor que la emergencia sanitaria ha provocado en cientos o miles de familias tlaxcaltecas.

 

El gobierno de MARCO ANTONIO MENA RODRÍGUEZ se ha caracterizado desde el comienzo de su gestión por ser distante a la ciudadanía. Es un gobierno frío y alejado del pueblo; por consecuencia, es una administración indolente ante las necesidades, los reclamos y las inquietudes de sus gobernados.

 

En Apizaco, por ejemplo, el primer mandatario solo ha hecho acto de presencia en los homenajes póstumos a Don Emilio Sánchez Piedras y nada más. La cercanía con la gente no es una de las características de la GOBERNANZA MODERNA que Marco Mena prometió al principio de su mandato.

 

Ante la pandemia, el gobierno de Tlaxcala se ha mostrado tibio y débil. No actúa de forma contundente para poner orden. Tampoco reconoce la magnitud del problema que tenemos encima y, ante su incapacidad o incompetencia, solo está administrando la contingencia.

 

Sus principales acciones para hacer frente a la pandemia son solo reuniones a distancia con personajes del gobierno federal o mesas de trabajo con funcionarios estatales y presidentes municipales, las cuales de poco o prácticamente nada han servido, en vista de las cifras de contagios y muertes que tiene Tlaxcala.

 

Como usted debe recordar, estimado lector, nuestro estado fue el último del país al que llegó el Covid-19. El primer caso en la entidad fue detectado el pasado 25 de marzo, casi un mes después de que fue confirmado el primer paciente infectado por coronavirus en México.

 

Sin embargo, a la fecha se registran ya 108 defunciones por Covid-19 en el territorio local. Con esos datos, Tlaxcala se ubica en el lugar 13 de muertes por coronavirus de todo el país, por encima de estados como Chiapas, Nuevo León, Guanajuato y Jalisco, que tienen una población entre cuatro y seis veces mayor a la del nuestro.

 

Además, entidades con un número de habitantes similar al de Tlaxcala tienen cifras de defunciones muy inferiores. Hasta el último reporte publicado por las autoridades federales de salud, el número de fallecimientos en Nayarit era de 30, en Zacatecas de 23, y en Aguascalientes de 20.

 

Pese a estos datos, en Tlaxcala la autoridad no existe pues no se ejerce el poder y solo se ha dejado pasar la crisis sanitaria sin ninguna modificación preventiva importante al ritmo de vida. Ni el gobierno estatal ni los municipales han emprendido acciones para “meter en cintura” al transporte público o a quienes no ejercen actividades esenciales.

 

Ante una sociedad incrédula y renuente a acatar medidas de prevención, las autoridades no deben permanecer pasivas. El gobierno no puede permitir, como ocurrió la semana pasada en algunas comunidades de Tlaxco, que pobladores agredan a servidores públicos y causen destrozos para impedir la sanitización de calles. La desinformación se combate con información verídica y no es excusa para la impunidad.

 

Nuestros gobernantes fueron electos para ejercer la autoridad, es decir, para tomar acciones firmes y contundentes en beneficio de la colectividad. Por desgracia, en Tlaxcala el gobierno no ha ejercido el poder de manera tal que sus acciones se reflejen en una disminución visible de los contagios y las muertes por coronavirus. En los últimos días, casi a diario hay 5 defunciones por Covid-19 en la entidad.

 

MARCO MENA es un gobernador de escritorio, que dirige el destino de nuestro estado desde la comodidad del Palacio de Gobierno. Es un mandatario ajeno al dolor de la gente que ha perdido un familiar a causa del coronavirus y de la precariedad que padecen quienes no pueden llevar el sustento a su mesa. Lo más grave es que, por falta de sensibilidad y liderazgo, esa actitud distante se replica cada vez más entre los funcionarios de su gobierno y entre los presidentes municipales que tampoco han sabido actuar.

 

Como siempre, mi total agradecimiento y respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Hasta la próxima, si Dios lo permite.