• Cristal Corona Sánchez
.

Cuando platico con alguien y les digo que me dedico a la bioética me preguntan sobre el tema, así es que me parece pertinente explicar un poco al respecto.

La bioética inicia como disciplina  en la segunda mitad del siglo XX, aunque tiene antecedentes históricos desde el inicio mismo de la humanidad. Después de la Segunda Guerra Mundial se descubrieron las experimentaciones en seres humanos que hicieron los nazis, lo que llevó a los Juicios de Núremberg y  a la redacción del Código de Núremberg y después otros como la Declaración de Helsinki. En Estados Unidos en los años 70´s se dieron a conocer otros ensayos clínicos en los que no se respetaban a las personas, así es que surgió el Informe Belmont como respuesta a estas atrocidades; ahí se plasman tres de los principios más conocidos de la bioética (aunque no los únicos): respeto a la autonomía de las personas, justicia y beneficencia.

Pero, ¿qué es la bioética? Es el estudio del comportamiento en relación al Bios, es decir el medio ambiente, animales, plantas y humanos; se podría plantear como la ética aplicada a lo vivo, pero desde una visión transdiciplinar, en la que uno de los enfoques principales es la resolución de dilemas y conflictos morales, en los que no se tiene claro cuál sería la mejor solución y mediante la metodología bioética se puede llegar al menos a decisiones más prudentes.

La aplicación de la bioética se da en sistemas de salud, en áreas clínicas, en bienestar animal, cuidado del medio ambiente, poblaciones vulnerables, experimentación en seres humanos y animales, entre muchos otros temas, por lo que se han buscado métodos de aplicación hacia las políticas públicas que incidan en todos estos, con revisiones bioéticas que permitan mejoras desde esta perspectiva ética.

En México existe una institución rectora del tema, la Comisión Nacional de Bioética, y en los estados se formaron las Comisiones Estatales de Bioética, que en Tlaxcala tuve la oportunidad de formar y dirigir, sentando las bases para su operatividad. Estas instancias son fundamentales para la difusión de la cultura bioética, porque la bioética no es algo que se aprenda como otras áreas del conocimiento, la bioética requiere tiempo y reflexión constante, de forma transversal. 

Esta semana cederé la estafeta como Presidenta del Observatorio Mexicano de Bioética A.C (OMEBI A.C.), por lo que agradezco la oportunidad de servir desde la sociedad civil organizada a mi estado y mi país mediante acciones concretas pero significativas para el desarrollo de la bioética en la región y México. Se organizó un Diplomado de Bioética y legislación en el Senado de la República en el 2017, con respaldo académico de la UNAM; varios cursos y talleres de bioética y ética en investigación presenciales y en línea, con alumnos de todo el país y Latinoamérica; se inició la Maestría en bioética en el estado de Tlaxcala (primera en la región), y al siguiente año en Puebla, con alumnos de Tlaxcala, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Estado de México. La influencia del OMEBI A.C. ya es notoria en la región, sobre todo por la alta calidad del profesorado dentro de los cuales varios son miembros del Sistema Nacional de Investigadores y bioeticistas con publicaciones, reconocidos en sus áreas.

Trabajar en bioética es difícil, se enfrenta uno al desconocimiento, a la cerrazón, a los conflictos de intereses que existen en diferentes instancias, a que no hay presupuestos para estos temas, a la falta de voluntad política, pero sobre todo a que muchas personas no les parece que las cosas se puedan hacer de otra forma, que sea ética, no con costumbres de años. Quizá por eso se dice que somos activistas, y podría ser, activistas en búsqueda del actuar ético en relación al medio ambiente, al bienestar animal, a mejorar los sistemas de salud y las políticas públicas que impactan a toda la población. Así es que no me queda más que agradecer a todos los que apoyaron esta etapa desde la Asociación, no cualquiera se compromete con estos temas.