• Cristal Corona Sánchez
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Doña Rosa es una mujer mayor, habitante de una comunidad de nuestro estado, cuando nos vio puso una cara de alegría como la que ponía mi abuelo cuando lo visitaba, con esa sonrisa de gusto sincero, ahí estaba, con su falda, mandil de abuela, un suéter delgado y viejo, un pequeño trozo de tela polar a modo de rebozo, calcetas hasta debajo de la rodilla y unos zapatos desgastados. Eran las seis de la tarde y apenas empezaba el frío pero la brisa helada ya calaba y me pasó como cuando ves a alguien que no se tapa, hace frío y por ese simple hecho hasta te da la sensación de darte más frío. Nos invitó a pasar a su casa unos metros abajo, llevaba un palo a modo de bastón para ayudarse.

Vive en una casa de adobe de paredes gruesas, con techo de madera y teja, está sola aunque uno de sus hijos vive en una casa muy cercana hacia arriba de su calle, él trabaja en el campo y por lo mismo ella se queda sola casi todo el día, se entretiene cuidando a los chivos de su hijo y haciendo lo que puede. Hace unos días se cayó,  porque no ve con un ojo y hay piedras y desnivel para llegar a casa de su hijo, pero también  su casa parece una carrera de obstáculos al caminar, una manguera, piedras, macetas, algunas tablas, y ahí también se cayó hace poco y se lastimó en el hombro y “el cuadril”, según nos cuenta.

También nos contó que su otro hijo vive en Ciudad de México, que sólo llega cada año y nos mostró como está construyendo un cuarto al lado de su casa. En ese predio se nota que no hay quien ordene las cosas, hay grava, estructuras de varillas, tablas. Adentro de la pieza principal de la casa de doña Rosa hay costales, y cosas diversas que se ve que no mueven en mucho tiempo, un ropero antiguo, y una mesa que tiene un pequeño altar a quien fue su esposo, con una foto. 

Este México profundo, rural, pobre, el más marginado, está esperando que lo lleguemos a visitar, a conversar, a ayudar, a aprender de ellos, a ver como duermen en petate. Estos adultos mayores tan vulnerables esperan que alguien sólo les de unos minutos para conversar, para recordar que son personas y no muebles, simplemente quieren estar con otros humanos que hablen con ellos y se interesen por su ser.
 
En nuestro país hay 15.4 millones de personas mayores de 60 años, de los que 11.4% viven solas, según INEGI. El 70% de los mayores de 60 años tienen alguna discapacidad. La esperanza de vida, la tasa de fecundidad y la forma de la pirámide poblacional nos llevarán a que en los próximos 10 años el porcentaje de mayores de 60 años se duplique, y con ello las necesidades de este sector. 

Por otro lado, la ley de los derechos de las personas adultas mayores nos refiere en su artículo 9: “La familia de la persona adulta mayor deberá cumplir su función social; por tanto, de manera constante y permanente deberá velar por cada una de las personas adultas mayores que formen parte de ella, siendo responsable de mantener y preservar su calidad de vida, así como proporcionar los satisfactores necesarios para su cuidado, atención y desarrollo integral…” 

Yo no tengo abuelos, ni tampoco abuelas, mis abuelas murieron hace muchos años y mis abuelos en años más recientes, cuando vivían mis abuelos me encantaba platicar con ellos, que me contaran sus historias de vida o la de otros que conocieron, de cómo eran las cosas en su época. Uno de mis abuelos conoció a Tongolele en CDMX y a Agustín Lara en sus aventuras por Veracruz; el otro de mis abuelos se iba a pueblos remotos de Michoacán a dar clases y fundaban escuelas; entre muchas otras historias.
 
Valorar a nuestros adultos mayores y atenderlos habla de cómo se comporta nuestra sociedad, nuestras familias, como somos como hijos o como nietos, quizá no todos lleguemos a esa edad, pero si muchos y nuestro comportamiento hacia nuestros adultos mayores está enseñando a los más jóvenes sobre el cómo nos deben de tratar, así es que no esperemos a que se mueran y llegar a su tumba con coronas de flores y mariachis intentando paliar el abandono que en vida se les dio, para entonces ya no escucharán ni sentirán, mejor hay que atenderlos hoy, bueno, los que puedan porque yo ya no tengo abuela.