• Roberto Rock
La discusión de la reforma eléctrica en el Senado podría desatar una disputa al interior del partido

De acuerdo con los indicios disponibles, la reforma eléctrica propuesta por el presidente López Obrador, que exige una enmienda constitucional, encontrará en San Lázaro, cámara de origen, a una bancada del PRI anuente para su aprobación, pero enfrentará un panorama hostil entre los representantes de ese mismo partido en el Senado. Ello puede derivar no sólo en que la iniciativa resulte atorada, sino desatar una disputa al interior del Institucional, con efectos difíciles de predecir.

La reciente visita al Senado de la secretaria de Energía de Estados UnidosJennifer Granholm, donde se reunió con los coordinadores de todos los grupos parlamentarios de ambas cámaras del Congreso, incluyó una clara postura adversa a la reforma en voz del líder priista Miguel Ángel Osorio Chong, quien lo menos que dijo fue que se trata de una regresión en el propósito de modernizar al sector.  

En la Cámara de Diputados, sin embargo, información aportada a este espacio, prevé una concertación entre el bloque tricolor y la mayoría de Morena, bajo la conducción del coordinador de la bancada tricolor, Rubén Moreira, y del también diputado y dirigente formal del partido, Alejandro “Alito” Moreno.

La propuesta de reforma constitucional en materia eléctrica ampliaría el monopolio de la Comisión Federal de Electricidad, limitaría la inversión privada, local y foránea, y desalentaría la generación de energías renovables y limpias, de acuerdo con expertos y empresarios. Ello ha sido rebatido por López Obrador con el argumento de que la legislación alentada por el gobierno Peña Nieto sólo benefició a corporaciones globales, como la española Iberdrola, aunque en esa canasta también ha incluido a compañías nacionales que autogeneran energía, como la cadena de tiendas Oxxo.

 

A la sombra de este debate se desahogarán tres disputas políticas que pueden atraer como daño colateral un nuevo atorón para la iniciativa, la cual tiene el tiempo en su contra porque los calendarios políticos harán cada vez más costoso para los partidos de oposición mostrarse anuentes con Palacio

Dos de estas disputas son intestinas en el PRI. Cada vez son más ruidosas las discrepancias domésticas con el predominio de los citados Moreira y Moreno, que abiertamente buscan regentar un partido disminuido, pero con una franquicia aún apetecible. “Alito”, acaso uno de los personajes más rupestres de nuestro escenario político, ya ha dejado saber que pretende ser candidato presidencial en 2024.

La otra controversia interna tiene su raíz en Hidalgo, uno de los más rancios enclaves del priismo, que elegirá nuevo gobernador este año. La dupla Moreira-“Alito” impuso como candidata tricolor a la diputada Carolina Viggiano, esposa del primero, y adversaria política de Osorio Chong, y del actual mandatario, Omar Fayad, al que visitó el domingo para llamarlo “amigo y líder”, cuando apenas unas semanas atrás lo había insultado en sus redes sociales. 

El tercer frente quizá sea el más complejo. La noche del pasado miércoles el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, acudió a la oficina del líder de Morena, Ricardo Monreal, para enviar un mensaje que buscó frenar la ruta de colisión que parecían cursar el zacatecano y el gobierno López Obrador.

Pero la nueva atmósfera apenas duró unas horas. Desde diversos frentes de Morena se busca que la reunión plenaria de su bancada senatorial, programada para este fin de semana, se incendie con impugnaciones diversas a Monreal. Una convulsión en ese frente, sumada a la que se vive en ámbitos como el del PRI, abriría nuevos escenarios en los que pueden acabar enfangados proyectos clave de reformas presidenciales ya anunciados: además de la eléctrica, la electoral y la de la Guardia Nacional.

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