• Héctor A. Villalba
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La manifestación del 8 de marzo de este año, generó una importante discusión tanto en redes como en el sentir y pensar de la sociedad tlaxcalteca. Y es que los hechos inéditos que se dieron cita el día de ayer, sorprendieron a propias y extrañas.
 
Sin tantas vueltas, las expresiones violentas vistas el día de ayer sorprendieron a diversos grupos feministas y académicos, de tal suerte que optaron por abandonar el contingente para no ponerse en riesgo y evitar hacer lo mismo con sus hijos y acompañantes.
 
El gobierno hizo su parte, la gobernadora ofreció diálogo, pero nadie atendió la invitación. Quizá por ser hombre quien escribe estas líneas, pueda tener un sesgo enorme en torno al asunto en cuestión, pero el hecho de que algunas mujeres feministas y académicas argumentaran que no fue la forma correcta, me hace pensar en que, no se agotaron los canales, es más, no se acudió a ellos.
 
¿Cómo puede atender un gobierno las demandas y necesidades si los canales idóneos para ello no son empleados? ¿qué política pública se puede construir a partir de los hechos de ayer? ¿qué hace falta para que los grupos disidentes y separatistas dejen de restar legitimidad a las manifestaciones?