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Del 2011 a la fecha, cuatro centros de lectura ya digitalizados fueron cerrados por no ser usados.

En Tlaxcala las bibliotecas públicas dejaron de ser lo que eran, literalmente. De solemnes estanterías de libros cambiaron a una cocina, una bodega de cohetería, una escuela pastoral y una sala de recepción.

En algunas comunidades se desdeñaron los espacios para la lectura que habían sido equipados con libros, computadoras y otros recursos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

Y como desde 2006 están suspendidos los permisos para abrir o incorporar nuevas bibliotecas a la Red Estatal -que cuenta con 139 espacios-, el Gobierno local insiste en su existencia.

El coordinador de Bibliotecas Públicas, Noé Ortiz González, reveló que de 2011 a la fecha, cuatro centros de lectura ya digitalizados fueron cerrados y reubicados porque la población y autoridades no los quisieron. Primero los pidieron, luego los abandonaron.

"Una de las facultades que nos dan es verificar, inspeccionar y tener bien detectados los espacios que no están funcionado como biblioteca pública y reubicarlos", apuntó.

En la comunidad de Cuauhtelulpan, Municipio de Tlaxcala, había una biblioteca adaptada en un edificio anexo a la iglesia del pueblo. Cuando celebraron la fiesta patronal en honor a San Lucas desalojaron la sala de lectura para guardar ahí la pirotecnia.

Hoy, es una escuela pastoral, el pueblo prefirió eso y, además, se cooperó para reunir 120 mil pesos y pagar un reloj monumental. La biblioteca ya no existe, la reubicaron en Chimalpa.

"Pues ya para qué queremos una biblioteca si ya no las visitan, ya con el Internet los jóvenes se la pasan en eso del Facebook. En el pueblo preferimos apoyar a la Iglesia porque a la Iglesia ¿quién la apoya?", dijo Carlos López, autoridad eclesiástica de Cuahautelulpan.

En la comunidad de Francisco Sarabia, de Calpulalpan, otra biblioteca pública está a punto de cerrar porque los equipos de cómputo que otorgó Conaculta se perdieron, la estantería con libros quedó como sala de espera de la oficina del presidente de comunidad, Jaime Hernández.

En Muñoz de Domingo Arenas la biblioteca comunitaria de Cuamatzingo también la cerraron porque los libros estaban entre estufas y tanques de gas donde las amas de casa tomaban talleres de cocina.

"No tenía ninguna utilidad" según reportes oficiales y la reubicaron a Atempan, Tlaxcala.

En Guadalupe Tlachco, de Santa Cruz Tlaxcala; y Apetatitlán, también cambiaron de sede las salas de lecturas comunitarias. La llevaron hacia Huiznahuac, de Santa Cruz y a Atotonilco, Tlaxco, dos poblaciones en condiciones de alta pobreza.

Al respecto, Ortiz González subrayó que las bibliotecas que no funcionan deben "rescatarse" porque el que se doten de una colección de hasta 600 libros "implica alto costo".

"Se pueden considerar como casos de éxito, porque se recuperaron espacios olvidados que no les hacían caso, ahora sirven a la población. En Atotonilco una población muy alejada, los niños tienen equipos de cómputo, saben que significa tener información y conocimiento".

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