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  • Arturo Tecuatl
Era tanta la marmaja que entraba al recinto ferial que diablos y calaveras sintieron harta envidia y de dos guadañazos nos dejaron sin fiesta.

Era tanta la marmaja que entraba al recinto ferial que diablos y calaveras sintieron harta envidia y de dos guadañazos nos dejaron sin fiesta.

Imágenes y textos, Arturo Tecuatl

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