• Tecnología
  • RMVA
Lo más destacado de los espectáculos en México y en el Mundo

La aplicación Zao hace furor en China suplantando la imagen de todo tipo de famosos, pero se extiende la preocupación por los datos personales que recoge la empresa que la desarrolla

¿Quién no ha soñado alguna vez con ser una gran estrella de cine, un deportista de éxito, o, en estos tiempos, el influencer más famoso? Pues, en China, ahora cualquiera puede hacer realidad ese deseo. No hay más que descargar la aplicación móvil de Zao, seguir unos sencillos pasos y, ¡voilà!, el vídeo del usuario convertido en quienquiera ser está listo para ser descargado y, sobre todo, para ser compartido en las redes sociales. De forma alternativa, también se puede crear un archivo GIF para enviar como emoticono.

Es lo que se conoce como un deep fake, una suplantación de identidad que, en este caso, consiste en utilizar sistemas de inteligencia artificial para combinar el rostro del usuario con el del famoso de turno de forma que el primero parezca el segundo. En el gigante asiático, la aplicación se ha vuelto tan viral que es ya, según App Annie, el programa gratuito más descargado de la App Store de Apple en China este año. Y es algo que se evidencia en redes como Weibo o WeChat, que se han llenado de clips de películas y series famosas con protagonistas inesperados en un fenómeno que recuerda al de la FaceApp que sirve para envejecerse de forma virtual.

Gran parte de su éxito reside en la facilidad de uso de Zao. Una vez instalada la app y creada una cuenta, el usuario elige el personaje en el que se quiere convertir en una larga lista en la que hay estrellas chinas y extranjeras. Uno se puede convertir en Chow Yun-fat, pero también en Kristen Stewart. Luego, aprieta el botón de la celebridad elegida, y se hace una foto o elige otro retrato de la galería del móvil. El sistema otorga una puntuación de cero a diez dependiendo de la idoneidad de la imagen, y muestra un mensaje en el que se advierte de que el retrato debe estar libre de derechos y adecuarse a la normativa china.

De lo contrario, el rostro solo se podrá utilizar en diez ocasiones y únicamente para previsualizaciones. Sin una imagen aprobada, el vídeo no se puede guardar, ni exportar, ni siquiera grabar subrepticiamente con una captura de pantalla -screencast-, que da como resultado un vídeo en negro. Para lograr la autorización y poder mostrar su identidad soñada, el usuario debe escanear su cara frente a la cámara del smartphone, mirando a un lado y a otro, subiendo y bajando la cabeza.

En ese último punto reside la polémica, porque muchos usuarios han comenzado a preguntarse qué hace el desarrollador de la aplicación con todos sus datos. Al fin y al cabo, para utilizarla es imprescindible darle acceso a casi todo. En el segundo punto del primer apartado de los términos y condiciones del servicio, Zao advierte: “Para mejorar el producto y el servicio, y para poder ofrecerle información personalizada y anuncios, recogeremos datos sobre sus búsquedas, su teléfono móvil, la ubicación, y el historial de compras”.

En el tercer punto también informa de que se guardarán las imágenes del usuario. Eso sí, en el primer punto del segundo apartado promete no compartir toda esta información con terceros, “salvo que el usuario dé su permiso o sea requerido por ley”. Ese último precepto se puede entender como un "salvo que las autoridades lo pidan", y es constante en todos los servicios para móviles que se ofrecen en la segunda potencia mundial. Por eso, hay quienes, como Yu Lin, se despreocupan por completo: “En China no hay ningún tipo de privacidad, el Gobierno puede disponer de todos mis datos cuando quiera”, comenta esta joven Shanghainesa por WeChat. “Al menos, con Zhao me divierto”.

Hu Yuan también ha probado la aplicación y reconoce que lo ha pasado bien. “No es adictivo como Douyin -Tik-Tok fuera de China-, pero resulta divertido y da curiosidad utilizarlo en las diferentes opciones que ofrece. Mis redes sociales se han llenado de sus vídeos súbitamente y yo subiré los míos para echar unas risas. Pero creo que no durará mucho la moda. Yo borraré inmediatamente el programa, pero no sé si mis datos se los quedará la empresa”, comenta a EL PAÍS después de compartir con este periódico los clips que ha realizado. Los chinos pueden convertirse en cualquier famoso y creen hacerlo gratis. Pero quizá el precio sean sus datos.

En cualquier caso, Zao abre un debate que irá ganando intensidad según se vayan perfeccionando los algoritmos que permiten crear vídeos deep fake. Algunos son tan realistas que pueden pasar por reales, y suponen un paso más en la sofisticación de las noticias falsas. Hay ejemplos curiosos, como los de Donald Trump hablando mandarín de forma fluida, los de otros dirigentes mundiales diciendo cosas que nunca salieron de su boca, o los de personas anónimas que aparecen como virtuosos de habilidades que les son totalmente ajenas. Es evidente que, en un futuro no muy lejano, ni siquiera se podrá decir eso de "ver para creer"