Son muchas las características que giran alrededor de las adicciones, mismas que se han documentado a lo largo de su estudio, sin embargo, esta trilogía-ira, miedo y ansiedad- parece ser la más determinante y recurrente, en ellas. La ira, emparejada con la impulsividad, está presente en el futuro adict@, desde su crianza, por lo que, si los padres tienen alguna adicción, es muy probable, que alguno de sus descendientes, adquiera la enfermedad adictiva.
Conductas impulsivas o iracundas son constantes en familias disfuncionales, que de una u otra manera están afectadas por alguna adicción, porque recordemos que no solo hay adicción a sustancias, sino también a conductas, como son: el juego, el sexo, el trabajo, el malestar emocional, etc.
El miedo tiene su origen cuando se descarga la ira o esa impulsividad en los niños, en el cónyuge o en toda la familia y el pequeño al presenciarlas o padecerlas directamente, se las apaña para sobrevivir en ambientes hostiles. Sin embargo aunque el ser humano tiene una gran capacidad adaptativa, no es garantía que en estas condiciones, su adaptación sea la óptima, el miedo formará parte de su manera de relacionarse, causándole problemas de convivencia.
De ahí que los hijos o familiares de adictos tienen características similares, ya que al desarrollarse en ambientes poco afectivos o violentos, su instinto de conservación, los hace protegerse a través de un aislamiento y una posterior agresividad para su autodefensa.
Por lo que los programas terapéuticos tienen que contar con preceptos de confianza y trabajo en la autoestima de la persona, a través de terapias de reconstrucción afectiva, en un principio, hacia sí mismo y posteriormente hacia los que le rodean, para poder ir logrando una reeducación emocional que permita al individuo un buen desarrollo en todo sentido.
Con programas psicoterapéuticos la persona logra vencer el círculo repetitivo de la adicción que lo lleva del miedo, a la ira -impulsividad; agresividad- dando esto último, lugar a la ansiedad, que lo conduce a buscar bienestares artificiales y efímeros, que le proporcionan las sustancias o la repetición de conductas, que le dañan en algún aspecto de su vida, ya sea emocional, social o físicamente.
Porque sabemos que un gran número de las enfermedades físicas tienen orígenes psicosomáticos, por lo que una buena salud emocional, redundará en una salud integral de la persona, y de esa manera logrará estadios de tranquilidad que le permitan establecer relaciones de calidad con sus familiares y sociedad en general.
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