• Adriana Dávila Fernández
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Los aeropuertos son las terminales en tierra donde se inician y concluyen viajes que pueden ser de placer, negocios o para atender alguna necesidad de los miles de usuarios en México y en el mundo, sea en servicios de aviación general, comercial o militar.  Sin embargo, las terminales aéreas presentan problemáticas específicas que demandan la atención de las autoridades competentes.

En los últimos meses y, -gracias al apoyo de la redes sociales-, se han logrado difundir en los medios de comunicación, los casos de mexicanos que han sido afectados en su libertad por tener supuestos vínculos con bandas de narcotraficantes que transportan la droga en maletas.  

La dinámica es la siguiente: los turistas documentan su equipaje, realizan el viaje y al llegar a su destino y recoger sus maletas, resulta ser que no encuentran alguna pieza.  Al momento de reclamar se les atribuye” la pertenencia de determinada maleta y… ahí comienzan los problemas para los usuarios.  La evidencia no deja lugar a dudas, es un caso de delincuencia organizada.   

Adicionalmente se ha informado que el aeropuerto internacional de la Ciudad de México se ha convertido en base de estas operaciones ilícitas, por ser punto de origen, destino y tránsito de las víctimas de trata de personas.   En este punto quiero llamar su atención lector/lectora.

Por informes de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (FEVIMTRA) de la Procuraduría General de la República, se han detectado redes criminales que han perfeccionado sus métodos de operación y, en algunos casos, operan en complicidad con autoridades migratorias para facilitar el tráfico y comercio de las víctimas al interior y exterior.

Las víctimas son engañadas por delincuentes con falsas promesas de amor, mentiras en ofertas de trabajo o sueldos atractivos en los Estados Unidos de América, Asia o Europa, sin necesidad de que presenten papeles oficiales, aunque no hablen el idioma de destino o tengan que cumplir con requisitos adicionales.   Ante este panorama de “posible bienestar”, las víctimas deciden abandonar sus hogares, comunidades, estados o países para concretar su sueño.  Ya en la Ciudad de México, son trasladadas a los centros de explotación, con lo cual pierden su libertad.

Investigaciones periodísticas, basadas en testimonios de quienes han sufrido este delito, han aportado elementos  para identificar a bandas delictivas en las que participan agentes migratorios, policías federales y empleados de aerolíneas, sea por participación directa o por omisión consciente en el cumplimiento de sus funciones.  Son evidentes las cadenas humanas de corrupción.  Sólo el personal de  las terminales aéreas tiene conocimiento preciso sobre los protocolos y procedimientos de seguridad, en particular los casos de migrantes extranjeros, para burlar la “entrada y salida” de personas al país.

¿Qué hacen los empleados de las aerolíneas, el personal del Instituto Nacional de Migración y los agentes de la Policía Federal que ya tienen conocimiento del problema?  ¿Qué hacen?  Por desgracia, la respuesta es que estas instituciones hacen poco o nada para proteger y rescatar a las víctimas de la trata de personas.    

No es posible que simulen desconocer la operación criminal que está perfectamente organizada y con una estructura de personas que saben lo que tienen que hacer.  Y lo más indignante es que participan funcionarios, directa o indirectamente, en el reclutamiento, transporte y  traslado de víctimas a centros de explotación.

Para el Senado de la República, los derechos humanos son una prioridad y nos agravia que exista corrupción, complicidad e impunidad de los sujetos que deberían proteger la vida, integridad física y seguridad de todos los usuarios de las terminales aéreas.

Por ello, desde la Cámara de Senadores hicimos un exhorto a  los Titulares de la Procuraduría General de la República, de la Comisión Nacional de Seguridad y del Instituto Nacional de Migración, a coordinarse para diseñar y ejecutar una estrategia eficaz que permita identificar, desarticular y sancionar redes de trata de personas que operan en las terminales internacionales nuestro país.

Estoy segura que si las dependencias mencionadas cumplen con un trabajo oportuno de supervisión y depuración de servidores corruptos, se logrará capturar a los delincuentes, rescatar a las víctimas y recuperar la confianza de las mexicanas y los mexicanos en las autoridades competentes.  Sólo así se fortalece a las instituciones.