• Enrique Gasga Ventura
.

Múltiples asesinatos de civiles. Amenazas y extorsión contra ciudadanos. Robos de todo tipo, violación a mujeres y jovencitas. Secuestros y violencia física y sicológica, entre otras atrocidades, lamentablemente forman parte de la vida cotidiana en la mayoría de las entidades a lo largo de todo el país, hechos despiadados que crecen como cáncer ante la vergonzosa y rara pasividad, incapacidad y en muchos casos, señalamientos de complicidad contra autoridades de todos los niveles.

Donde es claro que los gobiernos estatales y el propio federal, han sido rebasados desde hace mucho tiempo por las organizaciones criminales, gobiernos incapaces de brindar a los ciudadanos garantías para darles seguridad, entre otras cosas, justifica de alguna manera, el origen de grupos de autodefensa como el de Michoacán que adquiere legitimidad ante las víctimas de estas vejaciones y ante la sociedad en su conjunto.

El caso de Michoacán ha servido, entre otras cosas, para mostrar la crudeza con la que opera la delincuencia organizada a través de grupos delincuenciales identificados por los pobladores de diversos municipios de esta entidad como “La Familia Michoacana” o “Caballeros templarios”; pero es muy importante tomar en cuenta que esta forma de operar no se limita a Michoacán o Guerrero donde también se han pronunciado grupos de autodefensa, sino en mayor o menor grado, prácticamente en todo el país.

Sólo hay que darse una vuelta por ejemplo, por el D.F., o por el Estado de México -de donde es originario el Presidente Peña Nieto-, y donde la extorsión a comerciantes y a todo tipo de ciudadanos sean licenciados, empleados, vendedores, mototaxistas, o simples amas de casa e incluso en muchos casos, a las mismas autoridades de gobierno, forma parte de la vida cotidiana en varias delegaciones o municipios de estos lugares; así como en muchos otros estados, lo cual además es de dominio público; donde pareciera que no es tan grave el problema como en Michoacán, pero sí lo es, pues quienes viven ahí lo están sufriendo en carne propia día tras día, el asunto es que no se han levantado grupos de autodefensa como en Guerrero o Michoacán. ¿Por qué? Esa es la incógnita.

Ante la extrañeza de cómo ha hecho, por ejemplo, el grupo de autodefensa en Michoacán para organizarse tan rápido, para asirse de fuerte armamento y lograr un fuerte despliegue suficiente para enfrentar y expulsar en poco tiempo a estos poderosos grupos delincuenciales.

Los Cárteles en el norte es conocido que operan con el tráfico de droga, pero en el sur prevalece mayormente el ataque a la sociedad civil a través de la extorsión, el robo, el secuestro, la tortura y el asesinato; sin embargo, llama la atención el hecho de que, ante el nacimiento de grupos de autodefensa tan eficaces como el de Michoacán, no se haya generado un efecto dominó en los demás estados donde estos grupos delincuenciales operan con las mismas características desde hace años.

Para algunos analistas el grupo de autodefensa en Michoacán, podría estar apoyado o incluso organizado por otros cárteles, cuyo interés podría ser la pelea por el territorio, lo cual no es algo descabellado, y me atrevería a decir que es lo más lógico que he escuchado por las características que muestra este grupo, aunque sobran ejemplos que legitimarían el hecho de que la gente común y corriente se organice por cuenta propia para auto defenderse.

El problema de violencia contra la ciudadanía arde en muchas partes del país y desafortunadamente en el estado de Tlaxcala no estamos exentos de ser víctimas de este cáncer que se ha seguido extendiendo.

La denuncia que a inicios de la semana el secretario general del Comité Ejecutivo Estatal (CEE) del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de que más del 16 por ciento de los presidentes municipales de la entidad tlaxcalteca de diferentes partidos, han sido presionados por presuntos miembros del cártel de “Los Zetas”, quienes les exigen dinero a cambio de mantener la tranquilidad en sus demarcaciones, es una clara alerta para el gobierno estatal, la cual debe atender a fin de tomar las previsiones necesarias ante cualquier eventualidad para no caer en un clima de inseguridad como el que lamentablemente viven miles de vecinos de otras entidades y millones de mexicanos a diario en todo el país.

Tlaxcala se ha caracterizado por ser uno de los estados más seguros de toda la República Mexicana, no de ahora, sino de siempre. Pero también existen aspectos preocupantes, sólo por citar un ejemplo, está el problema delictivo sobre “trata de personas” donde el estado ha sido señalado incluso por Estados Unidos como uno de los estados que son participes directos en este delito. Al principio de su administración el actual gobierno estatal se comprometió a atacar este problema, pero a estas alturas poco o casi nada se ha hecho al respecto y el problema persiste.

Sin embargo, el problema de los cárteles, y particularmente el que se vive en Michoacán y otros estados del sur, es aún más serio, y quisiera decir que aún no ha penetrado en el estado, pero tras la declaración del PRD, ya ha empezado a operar o al menos hay indicios que así lo muestran; por lo que es imprescindible que el gobierno estatal reaccione con seriedad y consciencia ante estos indicadores, para proteger la seguridad en nuestro estado, y no el día de mañana tengamos que padecer las atrocidades que están viviendo muchas personas inocentes a manos de los grupos delictivos y con la ineptitud o auspicio del propio gobierno.