De acuerdo con el último reporte de Competitividad Global que elabora anualmente el Foro Económico Mundial, México se encuentra en el sitio 119 de un total de 148 países en el orbe en términos de la Calidad del Sistema Educativo; y el sitio 131 en función de la Calidad Educativa en Ciencias y Matemáticas; es decir, en materia educativa ocupamos los últimos lugares dentro de este grupo de países en el mundo.
Pero, ¿cómo se interpretan estos índices y en qué forma influyen en nuestra vida diaria? De acuerdo con estudios como el elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad, la falta de competitividad en un país provoca que éste no se modernice lo suficiente, no prospere lo suficiente, no invierta lo suficiente.
Por ello, mientras el mundo se transforma, se mueve a una velocidad vertiginosa causando diaria- mente cambios de paradigmas, México se va quedando a la saga, estancado, tardando años en consolidar las reformas institucionales, hacendarias, regulatorias, energéticas y educativas que necesita para empezar a salir del atolladero en que nos encontramos.
Año tras año, los mismos problemas diagnosticados y las mismas soluciones propuestas. Pero el sueño del bienestar mexicano subyacente en las conocidas frases: “…mal que bien, ahí la llevamos, mal que bien hay para comer y tomarse unas cervezas el fin de semana…”, pudiera estar llegando lentamente, sin que nos demos cuenta, a su fin.
Es de consenso técnico económico que el país se encuentra apuntalado por tres columnas fundamentales: el petróleo, las remesas, y el turismo, a grado tal que ni la industria nacional o extranjera ni los impuestos recaudados tienen el peso de éstas. En otras palabras, nuestra economía se encuentra petrolizada, y de esta materia prima el gobierno obtiene la tercera parte de los ingresos que nuestro país necesita para invertir en salud, educación, infraestructura, seguridad, etc. Tan relevante es su importancia que año con año la ley de ingresos para el ejercicio fiscal en turno rige su equilibrio con el gasto en función del precio del petróleo.
Sin embargo, este recurso natural no renovable es un arma de doble filo para las naciones en vías de desarrollo como la nuestra. Por una parte, puede ayudarlo en sus programas de desarrollo, impulsarlo para que supere el analfabetismo, la falta de servicios básicos, la construcción de hospitales o Universidades; pero por el otro, puede volverlo flojo, clientelar, oportunista. ¿Queremos electricidad barata?, pues fácil, subsidiémosla con el petróleo; ¿queremos aumento de salario a la burocracia o mayores participaciones federales para nuestros estados y municipios? No hay problema, allí está el petróleo.
El petróleo en sí es un recurso valioso para la nación, lo malo es que la riqueza que este produce no se utiliza en forma productiva, eficaz, sino que un alto porcentaje de ella se despilfarra o se concentra en manos de pocos, como las de los líderes petroleros, entre otros.
Pero, resulta que mientras nosotros sencillamente nos dedicamos a administrar nuestra riqueza petrolífera, otras naciones innovan, le apuestan a la inversión en ciencia y tecnología, a la inversión en el recurso más importante de una nación: el capital humano. ¿Qué va a pasar cuando los yacimientos petrolíferos disminuyan drásticamente; o peor aún, cuando el petróleo deje de ser un energético importante ante la creciente diversidad de fuentes de energía que ya se empiezan a utilizar en el mundo? Se dice que en menos de veinte años el uso de energía basado en combustibles fósiles habrá sido sustituido en más de un 40% por el uso de otras fuentes de energía renovables.
Para garantizar la movilidad social, para generar las condiciones que le permitan al país saltar de las tienditas y los changarros al diseño de software, nanotecnología o alimentos transgénicos, solamente existe un camino: la educación. Es un deber del Estado mexicano invertir en las universidades y actualizarlas, fomentar una política educativa superior enfocada esencialmente a la ciencia y tecnología más que a las ciencias sociales, apoyar a los jóvenes emprendedores y su creatividad con créditos monetarios que les permitan consolidar sus proyectos.
Los resultados de invertir en capital humano ya son una realidad, basta con echarle un vistazo a países como Singapur, Corea, China, quienes hace veinte años eran considerados países ya no en vías de desarrollo, sino pobres, y que ahora tienen un crecimiento anual superior al 5% del PIB que ni siquiera los países desarrollados tienen, y todo gracias a confiar en la educación, en la mente antes que en la fuerza física de nuestros emigrantes en los Estados Unidos; en la creatividad antes que en la extracción de los hidrocarburos.
Así, la tecnología avanza, el mundo se globaliza, los seres humanos son más competitivos, rápidos, multifuncionales, y México sólo se limita a mirar el paso de los triunfadores, sin siquiera imaginar que…tic tac toe, el tiempo corre, y éste, al igual que el petróleo es un recurso no renovable.
Autor: Mtro. Marco Antonio Muñoz Sánchez
Abril de 2014