• Enrique Gasga Ventura
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Una característica común de los gobiernos dictatoriales y arbitrarios, evidentemente es la intolerancia hacia la crítica en cualquiera de sus acepciones; de ahí que el ejercicio periodístico en su carácter analítico y crítico para este tipo de gobiernos, ha sido visto como un enemigo latente, y por lógica incómodo para el ideal que estos gobiernos preferirían que es una prensa a modo.

Es lamentable que en pleno siglo XXI cuando la bandera de prácticamente todo gobierno moderno es la democracia; este término sólo sea utilizado como membrete, mientras en la práctica la corrupción, la prepotencia, la demagogia y la intolerancia, entre muchos otros vicios y excesos, se hacen presentes a cada momento.

Los recurrentes asesinatos, secuestros, persecuciones, amenazas y otras prácticas delincuenciales contra periodistas en México, no sólo ha sido un problema latente desde hace años, y que sólo va modificando su tono entre un gobierno y otro, y que hoy experimenta un tono cada vez mayor en muchas entidades por todo el país.

En Tlaxcala, entidad que hasta hace algún tiempo era considerada como el estado más seguro del país, en los últimos años ha sido penetrada por prácticas delincuenciales propios de la delincuencia organizada.

La política, el sector privado, las dependencias gubernamentales, las asociaciones civiles, las ONG’s, los sindicatos, y en general los diferentes grupos sociales que conforman el gran tejido social, político y económico en la entidad, hoy por hoy, sufren una incertidumbre y un debilitamiento provocados por la mala conducción del estado.

Todo esto, abre a cada momento grandes ventanales a los periodistas en la entidad para el análisis y la crítica, aspecto que sin duda ha incomodado sobremanera al gobierno marianista, cuya reacción ante la crítica se ha cerrado a la intolerancia, el reclamo, la queja y el manoteo innecesario, que a devenido en el distanciamiento manifiesto del gobernador hacia la prensa.

Donde el gobernador ha pasado de ser fiscalizado a fiscalizador, y se ha vuelto crítico de la crítica y de los periodistas a quienes ha pretendido dar instrucciones como un padre a sus hijos; pero como no ha logrado tener una prensa a modo, ha sobrevenido el crecimiento de la brecha entre ambos auspiciada por el propio gobierno.

Tal vez las autoridades estatales se han extraviado en este sistema cuasi dictatorial retrógrada, que ya no es propio ni de estos tiempos ni de las actuales circunstancias.

Pero si el gobierno no entiende que la crítica nace no espontáneamente, sino de los errores y excesos del mismo aparato gubernamental, y que los problemas como el desempleo, la pobreza, la falta de servicios públicos y de salud eficientes; así como el aumento de la inseguridad y la presencia obvia de la delincuencia organizada en el estado, entre otros problemas, están rebasándolo por mucho.

Y que la crítica reiterativa, y desde diversos medios de comunicación no es, sino un indicador de que las cosas están mal, y de que esto s una ventana de oportunidad para que el gobierno ponga atención y busque soluciones a estos problemas en lugar de intentar acallar a la prensa.

Si no hay quien le diga al gobernante que urge cambiar de dirección, y replantear las estrategias de gobierno en la entidad, y ya en esta segunda etapa del sexenio priista, persisten las prácticas de intolerancia hacia la prensa, los costos para Tlaxcala y para la imagen del gobierno, todavía pueden ser más abrumadores, y la crítica en vez de acallarse, gritará cada vez más fuerte, y su voz seguirá rebasando las fronteras del estado una y otra vez.

7 de Junio

“Día nacional de la libertad de expresión”
Tema para reflexionar.