• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero……..

    

 

 “No hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla”, dice el refrán. Está por concluir el periodo de vacaciones escolares; el próximo lunes 18 se reanudan las clases en los centros educativos del país y nuevamente millones de estudiantes regresarán a las aulas para continuar con sus estudios.

Hoy en día, sin embargo, lo que debiera ser una etapa normal en el ciclo de vida de la tradicional familia mexicana, se convierte en un calvario para la mayoría, debido al elevado costo que representa el satisfacer las necesidades primordiales de los hijos que estudian. Está probado que la educación se ha convertido en un gran negocio en todos los aspectos, no importa si la escuela es pública o particular. Y eso a pesar de que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que la educación pública es ¡¡GRATUITA!!  

El sólo mencionarlo se convierte en una burla para los estudiantes y los padres de familia, pues como todos sabemos desde hace muchos años se estableció en todos los centros educativos una “cuota obligatoria” para la sociedad de padres de familia que, según dicen, se aplica al mantenimiento de la escuela. La tal cuota es hasta de quinientos pesos por padre de familia. Pero bueno sería que esa fuera toda la carga extra; no, amigo lector, a eso hay que sumarle la compra de uniformes que, en la mayoría de los casos, son tres: el de “gala”, el de “deportes” y el “del diario”. Aquí, claro, es el director el que determina con qué proveedor deben adquirirse. Si dejara en libertad a los padres de familia, el abnegado funcionario se perdería una jugosa “comisión”.  Y luego viene una larga lista de útiles, muchos de los cuales ni siquiera son necesarios. Tal es el caso de libros que, se supone, debe proporcionar la SEP.

En el caso de las escuelas particulares la cosa es más grave aun. De entrada, la inscripción, que en el caso de kínder, primaria, secundaria y preparatoria es de un promedio de tres mil pesos, y luego las colegiaturas mensuales, que no bajan de dos mil trescientos pesos. Pero eso no es todo; ahora resulta que hay que pagar un “seguro” de trescientos pesos por año. La “ventaja” es que todo se puede adquirir en la propia escuela (libros, uniformes, útiles, etc.), por supuesto siempre a precios inflados. Y a todo lo anterior, agréguense las aportaciones extraordinarias que se tienen que dar a lo largo del año, que no son más que pretextos para seguir sangrando la economía de los padres de familia.

Hasta ahí todo parece “normal”, y digo “normal” por el hecho de que se había hecho costumbre. Sin embargo, en la actualidad el negocio se ha extendido a otros niveles de gobierno, como la PROFECO, que ahora se dedica a organizar las llamadas “ferias de regreso a clases”, con supuestos descuentos en los productos que ahí se venden. Esta actividad pudiera ser de buena fe, siempre y cuando fueran los propios comerciantes establecidos de la localidad (papelerías, librerías, tiendas de uniformes, zapaterías, etc.) las encargadas de proveer las mercancías. Pero no es así; la verdad es que nadie sabe quienes son los que venden en estas “ferias”, cosa que, perdóneme usted, amigo lector, resulta verdaderamente sospechoso. En fin, para qué seguimos con este tema que es sólo una muestra de lo mucho que funciona mal en nuestra querida Tlaxcala.

Y es que uno se pregunta: ¿cómo es posible que sean las propias autoridades las que fomentan la competencia desleal contra el sufrido gremio de los comerciantes? Recuerdo perfectamente cómo, hace algunos años en Apizaco, se instalaban grupos de vendedores en las diz que “ferias de fabricantes de calzado de León, Guanajuato”, organizadas por vivales que venían a sorprendernos con verdaderos saldos de productos de segunda y tercera calidad que los fabricantes les daban a precios casi regalados. Abusaban de la buena fe y de la necesidad de la gente, y no eran otra cosa que vulgares estafadores.  Por lo demás, está comprobado que este tipo de eventos terminan afectando al comercio establecido que paga impuestos, renta, luz, salarios, etc., y que debe soportar la competencia desleal impulsada, como es el caso, por una dependencia gubernamental.               

Frase para la reflexión

“NO HAGAS COSAS MALAS QUE PAREZCAN BUENAS”

 

 

Como siempre, mi total agradecimiento y absoluto respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Gracias y hasta la próxima.