• Marco Antonio Muñoz Sánchez
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Quienes llevamos varias décadas viviendo en Tlaxcala y hemos presenciado su ralentizada evolución económica, con frecuencia nos hemos cuestionado: ¿por qué Tlaxcala ofrece poco empleo y mal pagado? ¿Qué nos falta para tener más y mejores empresas, servicios, comercio? Cuando nos comparamos con estados con características territoriales y demográficas similares al nuestro como Aguascalientes y Colima inobjetablemente tenemos que reconocer que su desarrollo en infraestructura, servicios públicos y privados o clústeres industriales es mucho mayor y de mejor calidad que el nuestro.

Ante este desolador panorama surge la necesidad de encontrar formas de salir del atolladero, algo se tiene que hacer… ¿pero qué rayos ha fallado? ¿A nuestros gobernantes les importará un comino el mediocre crecimiento de Tlaxcala? ¿O somos los ciudadanos tlaxcaltecas los responsables de tan lacerante situación?  Veamos.                  
                  
De acuerdo con instituciones como COPARMEX, para propiciar el desarrollo de una economía local se debe enfrentar uno de los más grandes desafíos estructurales como lo es la baja productividad, y que elevarla permitiría impulsar el desarrollo y crear riqueza para los mexicanos. Su actual presidente sostiene que si se quiere elevar el éxito de las empresas y el ingreso sus empleados se necesita trabajar en el conocimiento, en la innovación y en la calidad señalando que la productividad es hacer más y mejores productos que tengan un valor agregado por novedad tecnológica o por calidad que los distinga del resto en el mercado.

Así, cualquier compañía que produzca bienes o servicios solamente será productiva si cuenta con una alta calidad e innovación en sus productos, es eficiente en sus procesos y utiliza las más avanzadas herramientas tecnológicas para producir más en el menor tiempo posible, elementos indispensables si ésta desea prevalecer.

A su vez, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) agrega que el incremento en la productividad y bienestar de los habitantes de una región sólo lo puede lograr una entidad federativa competitiva que es aquella que consistentemente es capaz de atraer y retener talento e inversiones. Además, enfatiza que la intervención del gobierno es insoslayable toda vez que la competitividad implica el diseño y ejecución de una amplia agenda de políticas públicas para que las empresas y las personas con actividades productivas puedan competir en un entorno cada vez más complejo.

De lo anterior se concluye que: a) la generación de riqueza y prosperidad de una región depende en un alto porcentaje de la existencia de empresas productoras de bienes o servicios altamente productivas; y b) si las entidades federativas desean atraer y retener inversiones y talento humano, deberán ser competitivas hecho en el que tiene muchísimo que ver el gobierno en turno.

Ahora bien, respecto a nuestra “Tlaxcalita la Bella”, término que con gusto cambiaría por “Tlaxcala la competitiva” imaginemos el siguiente escenario:  si un extranjero quisiera saber cuál es el mejor lugar para invertir en México, es muy  probable que pediría asesoría a un consultor en inversiones, quien a su vez tomaría como referente para hacer su recomendación el Índice de Competitividad Estatal  (ICE) emitido anualmente por el Instituto Mexicano para la Competitividad, el cual mide la capacidad de las entidades federativas para atraer y retener talento e inversiones y evalúa las capacidades estructurales y coyunturales de las entidades. El ICE está compuesto por 10 subíndices. Cada subíndice evalúa una dimensión distinta de la competitividad.

Tlaxcala, para el año 2014 está ubicado en la deshonrosa POSICIÓN 29 de un total de 32 de dicho índice, solamente por arriba de Chiapas, Oaxaca y Guerrero; pero aún hay más…. en el subíndice GOBIERNOS EFICIENTES Y EFICACES que evalúa la forma en que los gobiernos de las entidades federativas son capaces de influir positivamente en la competitividad mediante políticas públicas orientadas a fomentar el desarrollo económico y que mide  factores como la facilidad del registro de una propiedad basada en el número de trámites y su costo o la facilidad de apertura de una empresa, ocupamos el PENULTIMO LUGAR ¡o sea el lugar número 31!, y en el subíndice ECONOMIA ESTABLE que evaluá los principales determinantes del crecimiento, la deuda pública y la Población Económicamente Activa      –es decir la gente con empleo- adivine estimado paisano ¿en qué lugar estamos? Pues nada menos que ¡en el ÚLTIMO LUGAR!
Este indicador es relevante ya que las entidades que presentan una economía estable atraen más talento e inversión y son, por tanto, propensas a una mayor generación de empleo y riqueza.  Así, como consecuencia de nuestra desastrosa situación económica tenemos que ¡solamente 3.5 pesos de cada 100 que tiene Tlaxcala provienen de ingresos propios! En otras palabras, nuestro estado vive de lo regalado, no de lo recaudado.

Pero eso sí, nuestros gobernantes se jactan de que nuestro estado es uno de los más prósperos, y que se encuentra ¡consolidado! La verdad es que ya no sé si reírme por sus declaraciones o entrar como ellos en una burbuja de fantasía en donde todo está de maravilla, donde no hay desempleo ni inseguridad ni salarios de miseria….pero creo que no podré hacerlo porque no tengo helicóptero en qué viajar, ni guaruras que me protejan, ni rancho con la flora y fauna paradisiacos que me hagan olvidar que en realidad vivo en “Tlaxcalita” cuyo paisaje natural  es envidiable pero que la calidad de vida de sus habitantes, debido en mucho a sus gobernantes, no lo es tanto.   Nos vemos en la próxima entrega amable lector.

Mtro. Marco Antonio Muñoz Sánchez