• Ángelo Gutiérrez Hernández
Ese anquilosado sistema se arremolina en torno de un interés, que no es México, sino vivir o seguir viviendo de la ubre presidencial.

Lo más detestable de ese partido político ya ha encontrado cobijo  en un nuevo tren fascista en el que no importa el futuro, sino el aquí y el ahora, emergido como un solo personaje que se asume como el mesías de lo que ocurre en México.

Atrás quedó el uso de los tres colores distintivos de nuestro lábaro patrio, ahora los principales personajes de ese partido se agrupan en torno a un tono guinda que tiene como siglas el color alusivo a aquellas personas con tez bronceada.

Y llevan como líder a un hombre que una y otra vez ha despreciado a las instituciones, toma las calles sin importar daños ni efectos, que presume no mentir, no traicionar y no robar, aunque sus principales operadores amasen fortunas con ligas o con el tráfico de influencias.

El nuevo PRI se ha aglutinado en torno al señor Andrés Manuel López Obrador, quien ha dado cabida a toda la fauna vieja y no tan nueva, que ha sido excluida de esa fuerza electoral y de otras como el PRD ahí tiene a Lorena Cuéllar quién no se pudo apoderar del partido amarillo y con todo y berrinche se fue a Morena. 


En Puebla, también da cobijo a un hombre que es la sombra de la democracia en el país y que es señalado, como responsable de tantas muertes de la izquierda, como es el ex gobernador de esa entidad y ex secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz. A ese hombre se le cayó el sistema electoral cuando los resultados le eran adversos al PRI.

Vaya fichas reunidas en torno a sus intereses que no es México, que no es su gente ni sus necesidades, es el poder por el poder mismo. Si pudiera, se aliaría con el diablo, aunque eso priistas huelen mucho a azufre.

Dios los hace y ellos se juntan. El nuevo PRI encontró acomodo y nueva franquicia que es Morena. Ese partido y el señor López Obrador son sus artífices de lo que piensan y sueñan será su regreso a la vida política nacional, sin importarles que no hay futuro ni proyecto, solo es él y sus acciones fascistas.

México requiere de unidad y fortaleza de su gente. El enemigo no solo está afuera, debemos detener los embates de los intereses personales y de añejos políticos que quieren regresar al país a esos años de los 80 en donde gozaron de las mieles del poder y de esas canonjías que ahora añoran.