• Rodolfo Moreno Cruz
Los espacios públicos son vitales para el fortalecimiento de la vida democrática de un país pues constituyen nuevas centralidades polivalentes.

Concretamente, en ellos se promueve la integración ciudadana, la identidad comunitaria, y la participación colectiva. Pero México tiene varios problemas con sus espacios públicos. Estos o bien están deteriorados, o bien no responden a las necesidades de la población, tienen pocas ofertas recreativas o, incluso, se comenten actos delictivos en ellos. Pero dentro de esos problemas hay uno que se ha visualizado poco: su competencia con los centros comerciales.

Ciertamente, México vive la era de los centros comerciales. Aquí y allá la instalación de un centro comercial es visto como progreso. El paseo tradicional se ha sustituido hoy por el paseo de compras. Y esto que aparentemente no es mayor problema si lo es. En el espacio público hay una mayor composición de grupos etno-culturales; en cambio en un centro comercial solo predomina un grupo económico-cultural; en el espacio público la finalidad última es la convivencia social; en el centro comercial la finalidad es la competencia del libre mercado. Finalmente, en el espacio público se promueve la participación ciudadana y el centro comercial, la voracidad por el consumo es el detonante. Esta reflexión ya se ha dado en otros países. Hay muchos ejemplos, pero quizás uno de los más representativos es el que se dio entre National Trust for Historic preservation y la Cadena Wal-Mart en Vermont el año 2004.

Para el caso particular de México, las políticas públicas nacionales y estatales han permitido la expansión de centros comerciales en todo el país. Por ejemplo están el Centro Comercial Santa Fe, el Toreo Parque Central, Multiplaza Aragón, Plaza Satélite, entre muchos otros que están en todo el país. Es momento de replantear la utilidad de los centros comerciarles con un enfoque de beneficio democrático. Esto que aquí se afirma no es descabellado; de hecho la idea original de los centros comerciares así era, pero se desvirtuó. Efectivamente, en el año de 1956 la idea del centro comercial fue propuesta por el arquitecto Viktor David. La idea fundamental consistía en tener un centro cultural con multitud de actividades sociales y solo en las afueras estaría rodeado de actividad económica. Es decir, la vida democrática adentro y en las afueras los locales comerciales. Esto se invirtió. Para entender la magnitud del cambio conjeture el lector la siguiente imagen: en un futuro cuando usted vaya a un museo no irá a ver las muestras pictográficas. Irá a ver en el centro las tiendas de “Souvenirs” y solo a la salida encontrará las muestras pictográficas. Esto es lo que pasó con nuestros centros comerciales.

Por ello, es importante que en las nuevas políticas públicas de apertura de centros comerciales, se introduzca como obligatorio que las actividades culturales, sociales y de fomento a la vida democrática sea el eje y los locales comerciales sean el paso secundario. De esta manera la rivalidad entre centros comerciales y espacios sociales dejaría de existir y por el contrario se lograría el verdadero impulso a una vida democrática que tarde o temprano beneficiaria a nuestra sociedad y desde luego a nuestra vida democrática.

 

* Especialista en derechos humanos. @rodolfomoreno_o; es licenciado en derecho y cuenta con estudios de posgrado por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha sido asesor de políticas públicas en gobiernos municipales y legislaturas estatales. Cuenta con obra publicada en materia de derechos humanos y argumentación jurídica.