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Señaló con claridad la violencia en contra de las mujeres y su materialización en los delitos de desaparición forzada de mujeres, feminicidios, tortura, entre otros. Pero a todo esto, lo más preocupantes es lo oculto de su funcionamiento de esa máquina de violencia. En algún lugar está un interruptor secreto que la detona y la moviliza en varios niveles de la sociedad mexicana. Al revisar la encuesta nacional sobre la dinámica de las relaciones en los hogares (ENDIREH-2016) se puede uno encontrar ese interruptor secreto: la violencia cometida por el círculo más cercano a la mujer.
Es evidente que el fenómeno cultural del patriarcado está presente en México, pero también encontramos que hay una fuere dosis de violencia, que por llamarlo de alguna forma podemos denominarla de cercanía. La primera violencia, la que surge del patriarcado es una violencia machista, sustentada en la falsa idea de un derecho de posesión del varón sobre la mujer. La segunda, es una violencia de relación, sustentada en la idea de destrucción a la mujer. Veamos casos concretos: para el caso de la violencia patriarcal, los datos son los siguientes: en la violencia ejercida contra las mujeres por su actual o última pareja, el 43.9 % de las encuestadas reconoció haber sufrido algún tipo de violencia. Pero en cuanto a la violencia de cercanía el 54.9 % de las mujeres encuestadas afirmó sufrir algún tipo de violencia en el ámbito familiar y cuyos agresores son los hermanos, al padre y la madre. Desde luego, si cruzamos datos, en donde la violencia de cercanía es cometida por un varón (hermano, por ejemplo) es indudable que la violencia machista, es el principal problema de la sociedad mexicana. Pero ello no debe invisibilidad otro fenómeno que le sigue de cerca: la violencia de cercanía.
Hay otros datos que a manera de luz hiriente también corroboran la teoría de la violencia de cercanía: se afirmó que en el ámbito laboral, las mujeres sufren violencia por parte de sus compañeros y compañeras de trabajo superando incluso la violencia ejercida por sus jefes, supervisores o familiar del jefe. Otro dato: en la violencia escolar de índole sexual los principales agresores son los compañeros (47.1%) y en segundo lugar las compañeras (16.6%) dejando en lugares finales al maestro, director o trabajadora de la escuela.
Por ello, resulta importante que se siga enfatizando la desaparición de las leyes e instituciones patriarcales pero también es importante que se empiece a trabajar sobre la violencia de cercanía. Aunque la patriarcal es la más dañina y quizás el origen de la otra, la segunda también influye en la violación de los derechos de las mujeres.
A todo esto, y a manera de conclusión, debe reconocerse el trabajo del INEGI. Ha logrado evidenciar algunos datos interesantes. Sin embargo se espera que en próximas ediciones de la encuesta proporcione información para fortalecer la interpretación de violencia de cercanía y los aproxime a los conceptos claves de protección de derechos como son los de techo de cristal, síndrome de adaptación a la violencia doméstica, segregación en el mercado laboral por razones familiares, Mainstreaming, piso pegajoso, entre otros.