• M.C.S Elsa Martínez Flores
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Esta semana llamó la atención una nota en relación al “pastelazo” que un turista lanzó hacia el cristal que protege el famoso cuadro de Leonardo Da Vinci “La Gioconda”; mientras gritaba proclamas a favor del medio ambiente. Me queda claro de la habilidad que el hombre tuvo para burlar la extrema vigilancia del lugar, además de abrirse paso rápidamente entre los visitantes para arrojar un trozo de pastel. 

El museo de Louvre cuenta con uno de los sistemas de seguridad considerado como sofisticado y muy completo, además de contar en sus filas con guardias capacitados quienes todo el tiempo observan mientras con sutileza caminan con sigilo por la denominada “Sala de los Estados”, sin embargo, son desconfiados y se mantienen atentos de quien se comporte de forma inusual al resto del grupo.

Lamentablemente, al mejor cazador se le va la liebre y aunque sólo haya sido una porción de tarta, ya quedó registrado en los anales de la historia como un conato de violencia hacia una pieza considerada de enorme riqueza cultural e histórica. 

¿Qué motiva las agresiones que ha sufrido tan espectacular pintura? Todo podría resumirse en dos palabras: enojo y frustración, estados de ánimo que son difíciles de detectar entre los miles de visitantes que acuden a contemplar famosas obras de arte diariamente. 

¿Cómo descubrir a un posible atacante en medio de un tumulto? Difícil respuesta, sin embargo, Desde 1956, fecha en que refieren el primer intento de ataque al óleo y hasta el día 30 de mayo de 2022, la gente que ha estado a cargo de la seguridad pudo detener a las personas que quisieron dañarla en su momento para que no llegara a mayores, aunque hay que reconocer que el cristal blindado ayuda mucho. 

La logística se ha perfeccionado y los protocolos para la entrada al museo son cada vez más seguros, pero, no se puede anticipar todo, turistas van y vienen, diariamente se realizan recorridos por las diferentes salas que tiene el Louvre, sin embargo, se han percatado que existe un especial interés, aún sin poder precisar la razón, en dañar una de las obras representativas del genio renacentista. 

Cuando las personas llegan por fin a la sala que alberga tan singular pintura, los guías recomiendan observar el entrecejo de la Gioconda, para que después de unos minutos, puedan detectar cómo se acentúa la sonrisa enigmática de la mujer, un efecto especial cercano a la tercera dimensión…bien vale la pena cuidar este cuadro tan exclusivo.