• Elisa Márquez
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Tlaxcala ofrece una variedad de sitios turísticos que en la actual administración redescubrimos, uno de ellos, es el espectáculo natural que brinda en el municipio de Nanacamilpa cada año y que, en esta ocasión, después de la pandemia, volverá a sorprender a muchas personas, por el solo hecho en la forma en que ahora se maneja la logística.

Ante todo, es una actividad nocturna hermosa en el santuario donde la gente se va a sentir segura de acudir, ya que, contará con la presencia de la fuerza policiaca federal y estatal, que resguardarán a las personas que deseen ir a disfrutar de lo que la naturaleza tiene para nosotros y que garantizarán la seguridad de los turistas que acudirán del 17 de junio al 14 de agosto. 

Este tipo de experiencias son muy agradables tanto para la gente de Tlaxcala, así como de otros lugares de la República Mexicana y del extranjero, el titilar de los escarabajos o coleópteros sin duda atrae a las personas que disfrutan de alejarse un rato de su cotidianidad y que, al caer la noche las personas buscan la bioluminiscencia de la luciérnaga. 

En esta dinámica, la responsabilidad de los turistas es vital, como siempre lo he dicho, el trabajo conjunto da mejores resultados, el respeto a la naturaleza, observar las normas de ingreso, lo que se tiene prohibido además de algunas llevar a cabo las recomendaciones por parte de las autoridades es sustancial para que Tlaxcala mantenga esta  tradición.

El turismo ha detonado desde hace algunos meses, superamos con éxito la pandemia y ahora, toca que la entidad pueda regresar a una normalidad que derive en una significativa derrama económica, se reactiven las zonas hoteleras de ese lugar además de que también se genere otras actividades que ofrezcan algún servicio al turista y ser recompensado con alguna ganancia.

Las familias de la zona y sus alrededores serán los anfitriones de este avistamiento que cada año produce curiosidad y expectativa, si usted amable lector aún no acude a Nanacamilpa para observar a las luciérnagas, le recomiendo que vaya, no se arrepentirá y sabrá por qué ahora Tlaxcala sí brilla.