• Héctor A. Villalba
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Sin duda el tema del uniforme único para estudiantes tlaxcaltecas generó debate y revuelo en redes sociales, en los cafés, y hasta en el mercado, toda vez que se trata de una estrategia que tiene como fin garantizar igualdad de condiciones entre los estudiantes y prevenir acciones discriminatorias.

Es un hecho que debe analizarse con calma, no se trata de quitarle “el bisne” a unos para pasarlo a otros, mucho menos para monopolizarlo por parte de la autoridad. Este ejercicio obedece a que algunos directores de instituciones educativas tenían acuerdo con sus proveedores consentidos y que, casi casi, obligaban a los alumnos a adquirir los uniformes con los cuates porque de no ser así, no podrían entrar ya que no portaban el uniforme “oficial”.

Lo anterior obligó a la autoridad educativa a buscar un mecanismo para evitar que portar el uniforme “oficial” de directivos y proveedores no se convirtiera en la diferencia entre estudiar o no hacerlo.  Fue una decisión bastante cuestionada por diversos sectores, pero necesaria para comprender que existían abusos por parte de algunas autoridades educativas en torno a este tema.

Si bien los diseños presentados por la autoridad no fueron del agrado de todos, se espera que a partir de ahora, algunos directores dejen de ver en la educación el negociazo de su vida, porque para muchos representaba un “ingreso extra” cada mochada que recibían para permitir el acceso de sus proveedores a las escuelas.

Por cierto, el tema pendiente sobre la mesa es si serán gratuitos, toda vez que en la entidad existe una ley en la materia, y para que no le digan y no le cuenten mal aquellos que hacen de la información un circo, ese mismo documento establece que dependiendo el presupuesto destinado para ello serán entregados o no.

El pendiente de los diputados es destinar dinero a esa partida, porque de no hacerlo, seguirá siendo letra muerta, aunque la autoridad educativa esté en condiciones de que sí se entreguen. El pendiente de los diputados -no sólo de esta legislatura- es la gratuidad de los uniformes, pero eso sí, se ponen “bien perros” en las comparecencias y no en el ánimo de beneficiar al pueblo.