• Héctor A. Villalba
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El 8M fueron muchos actores políticos los que buscaron reflectores para sumarse a la agenda de las mujeres, sin embargo, algunos no supieron cómo hacerlo y terminaron siendo cuestionados, especialmente los partidos políticos, de quienes nunca esperamos nada y solitos se hacen la maldad.

Comencemos por el otrora “partido dominante del sistema” el PRI, durante las primeras horas del miércoles 8 de marzo, la excandidata perdedora del Revolucionario Institucional, la arcaica Anabell Ávalos, ofrecía un escueto discurso cuestionando las vallas colocadas frente a Palacio de Gobierno. Lo que olvida la también expresidenta capitalina, es que durante su gestión como alcaldesa, muchas mujeres se quejaban de su trato y formas poco “educadas” de pedir las cosas. Hasta las mujeres más cercanas, las que le acompañaron siempre, una vez terminada la campaña revelaron el tipo de mujer que en realidad es. Con todo y eso se dijo feminista, ajá.

Luego con el tan vapuleado Partido Acción Nacional, donde la presidentita inexperta y de memoria corta, olvidó que mientras se llenaba la boca de exigencias al gobierno para garantizarle a las mujeres una vida libre de violencia, su actual esposo, militante de su partido y presidente municipal, se vio envuelto en un escándalo hace algunos años luego de que fueran denunciado presuntamente por violencia doméstica por quien fuera su esposa anteriormente. Si la presidentita lo olvidó, las mujeres víctimas de violencia no.

El PRD, como siempre, intentando adueñarse y abanderar todas las causas, se aventó la puntada de decir que el gobierno represor no sabe dialogar, pero se les olvida que los verdaderos represores eran ellos cuando fueron gobierno estatal hace unos años, y que fruto de ello es que algunos personajes encargados de la seguridad y procuración de justicia, están ligados a Genaro García Luna.

Para rematar, Movimiento Ciudadano a través de su delegada nacional, se sumó a la protesta y exigencia, pero olvidaron que el todavía dirigente, ha cometido violencia política en razón de género contra la propia delegada. No se mordieron la lengua, y eso que la tienen larga.