Todo indica que en la Secretaría de Gobierno tienen totalmente perdida la brújula de la gobernabilidad en Tlaxcala y que los hechos registrados en los últimos días, han evidenciado lo mal que se encuentra esta dependencia, pues poco o nada ha hecho para tratar de solucionar los embates de los manifestantes, exhibiendo que, de conciliador no tienen nada.
Parafraseando a un amigo, todo indica que la gobernadora del Estado, Lorena Cuéllar Cisneros, se encuentra sola y sobre sus hombros tiene que cargar todas las problemáticas del estado, y peor aún, que el minúsculo grupo de funcionarios de primer nivel que la tienen secuestrada, lejos de ayudar a resolverlos, pareciera que su intención es acabarla y exhibirla ante la ciudadanía como una política intolerante e incapaz de apostarle al diálogo antes que hacer uso de la fuerza pública.
Sin embargo, algo que debería tomar en cuenta la mandataria estatal, es que lo ocurrido en los últimos días, ha provocado un encono generalizado entre la sociedad que ha comenzado a convertirse en hartazgo social, exactamente el mismo fenómeno que llevó a la debacle a los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), quienes en estos momentos se encuentran desperdigados.
Solo para poner como un ejemplo, fue ese hartazgo social de la corrupción y de la represión a las manifestaciones públicas, el que logró capitalizar el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para lograr posicionarse y alcanzar su sueño de convertirse en presidente de México para impulsar la Cuarta Transformación que también alcanzó a Tlaxcala.
Desafortunadamente, pareciera que el gobierno estatal nunca entendió la frase del poeta, novelista y filósofo español, Jorge Agustín Nicolás Ruiz, de que “el hombre que no conoce su historia está condenado a repetirla”, o al menos que ya se les olvidó cómo fue que el obradorismo logró posicionarse en el poder y que ese mismo hartazgo ahora es el elemento más peligroso al que se enfrenta la administración estatal.
Sería más importante que la mandataria estatal hiciera un verdadero análisis sobre quiénes le fallaron y la han llevado a esta situación.
Y el primero que debería salir en esta lista, es el secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, quien de nada le sirve haberse dado el gusto de comprarse una camioneta de lujo valuada en 1.6 millones de pesos, cuando en los hechos, no sabe ni ha logrado generar gobernabilidad en Tlaxcala y éste no es el primero, son innumerables los momentos donde lejos de ayudar a apagar los conflictos, pareciera ser el primero en poner los cerillos y la gasolina, un ejemplo claro es el conflicto de Xicohtzinco.
No cabe duda que de gobernabilidad no sabe nada y que cuando ocupó la misma posición en el gobierno panista de Héctor Ortiz Ortiz, lo único que hacía era andar de galán con sus muchachas, pero quien realmente hacía el trabajo era el director de Gobernación, Antonio Velázquez Nava.
Otra área a la que también debería llamar a cuentas es la Coordinación de Comunicación, pues no es posible que a sabiendas de que el cambio en el modelo de salud para burócratas y docentes del Estado generaría malestar, nunca previeron campañas de difusión para informar a los afectados sobre los beneficios de contar con los nuevos módulos médicos, que los medicamentos genéricos cuentan con la misma eficacia que los de patente, incluso advertir de los abusos cometidos por algunos de los trabajadores que llevaron a la debacle del sistema de pensiones.
Y es que fue hasta un día antes de que explotara el conflicto cuando comenzaron a sociabilizar información únicamente de la ubicación de los nuevos módulos médicos, algo demasiado tardío que en nada ayudó a aminorar el impacto entre los trabajadores.
Ojalá en Palacio de Gobierno entiendan que, lo último que deben pensar, es apostarle a generar hartazgo social, pues se trata de un elemento peligroso que podría tener costos elevados. Al tiempo.