• Rodolfo Moreno Cruz
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El hidrógeno es un elemento químico abundante. Tiene muchas utilidades, pero la que por el momento importa a la humanidad es su capacidad para producir energía. El hidrógeno no se encuentra de forma aislada en la naturaleza, sino que hay que desarrollar un procedimiento para aislarlo. Por ejemplo, se conocen tres procedimientos: 1.- Electrólisis del agua: Esto significa dividir el agua en sus partes, que son hidrógeno y oxígeno, usando electricidad que proviene de fuentes de energía renovable, como el sol o el viento. 2.- Gasificación de biomasa: En este proceso, se calienta materia orgánica, como plantas o madera, en presencia de oxígeno para hacer un gas que contiene hidrógeno. 3.- Reformado con vapor: En este caso, se usa gas natural y vapor para crear hidrógeno.

Al primer procedimiento se le conoce como la producción del hidrógeno verde. En el programa “Alianzas energéticas bilaterales en países emergentes y en desarrollo. Apoyo a la Implementación de la Transición Energética en México” se afirmó que “los abundantes recursos de energía renovable de México y su posición privilegiada le brindan un gran potencial para exportar hidrógeno a los mercados internacionales. En 2030 más de 300 millones de dólares de H2 verde podrían exportarse al extranjero (p.8).

Esa posición privilegiada no ha pasado por desapercibida para México ni para los inversionistas nacionales e internacionales. A inicio de este año se dio a conocer que tanto PEMEX como CFE están trabajando intensamente para la producción de la primera o primeras moléculas aisladas de hidrógeno verde. De igual manera ha circulado la noticia que particulares nacionales han firmado Joint Venture con empresas internacionales con el mismo objeto. Sin embargo, cabe destacar que principalmente los particulares están trabajando bajo la ausencia de una normatividad específica. Se podrá decir que esto no significa mayores riesgos pues es muy claro el principio de legalidad que establece que los particulares pueden hacer todo aquello que las leyes no les prohíben. Pero trabajar en la producción de hidrógeno ¿no está prohibido?

La Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos usa la palabra hidrógeno en una sola ocasión en su texto y esto dice: “Corresponde a la Nación el dominio directo de… todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos” (art. 27). La Corte ha dejado algunos rastros (tesis 163991) sobre este tema que parecen indicar que estarían prohibidos, por ejemplo, la firma de un join venture. Alguien con sólidos argumentos podrá replicar que no es lo mismo hidrógeno que carburos de hidrógenos pues el primero es un elemento químico y los segundos son compuestos químicos que contienen átomos de hidrógeno y carbono en diferentes proporciones. Puede ser, pero quién sabe. Lo mejor sería atender ese tema a la brevedad, pues si el hidrógeno verde es importante, desatender el alcance constitucional, sería como organizar un espectáculo sin haber rentado el local para su presentación.

La producción de energía siempre ha sido determinante para la evolución humana; sin embargo, su papel en la historia ha sido invisibilizada. Vaclav Smil en su libro “Energía y civilización. Una historia”. explica que esto se debe a que ni siquiera se discutía en términos de derechos. Por ejemplo, sigue explicando que en Estados Unidos, su visionaria Constitución fue defendida durante una época en la que la principal fuente de energía era la madera y cuando los presidentes James Madison, George Washington y Thomas Jefferson eran propietarios de esclavos; esclavos que significaban la fuente de

energía del momento. Por su parte, mucho más provocador, James C. Scott en su libro “Contra el Estado”, califica de erróneas las tradicionales teorías políticas que sitúan a la formación del Estado con base en la hipótesis del contrato social. Sugiere él que verdaderamente lo que dio origen al Estado y más tarde convertido en Estado democrático de derecho fue el uso de las energías y en ellas, el uso del fuego. Particularmente afirma lo siguiente: “Aceptada la premisa del Antropoceno como un salto cualitativo y cuantitativo en nuestro impacto ambiental, sugiero que comencemos con el uso del fuego, la primera gran herramienta homínida para la construcción de paisajes”.

En suma, bienvenido para México el hidrógeno verde, pero más bienvenido que sea atendido el tema desde la óptica del propio constitucionalismo mexicano.