• Rodolfo Moreno Cruz
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El 8 de enero de 2024, cinco diminutos robots mexicanos tomaron el mando de una nave espacial. Su encomienda tiene dimensiones cósmicas. Su finalidad consiste en mostrar que es posible construir estructuras en la superficie de planetas, como la Luna, utilizando grupos de robots que pueden organizarse y coordinarse por sí mismos, sin necesidad de intervención humana constante. Estos robots llevarán consigo un conjunto especial de herramientas y equipos, como un módulo de comando, telemetría y despliegue, que es como su cerebro y su sistema de comunicación. Todo esto forma parte del proyecto colmena.

El proyecto es liderado por el Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX) del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Este logro coloca a México en la posición número doce de países que han enviado misiones a la luna, uniéndose a Rusia, Estados Unidos, Japón, China, India, Israel, Italia, Luxemburgo, Corea del Sur, los Emiratos Árabes Unidos y la Unión Europea representada por la Agencia Espacial Europea. El líder de la misión Colmena, el destacado científico, Gustavo Medina Tanco, detalla que proyectos como este son avances cruciales para abordar problemas de diversa índole. Explica por ejemplo que “otro de los proyectos concebidos plantea generar una infraestructura digital en órbita que permita interconectar y controlar dispositivos terrestres, marítimos y aéreos. También se trabaja en la creación de centros de cómputo de alto desempeño y nubes de datos para procesar información en la órbita terrestre baja”.

Este hito plantea la reflexión sobre la regulación normativa en México. Es decir, la relación que hay entre el derecho mexicano y el avance en el espacio ultraterrestre. Sobre este aspecto debe tenerse en cuenta que la regulación del espacio en mayor medida depende de los convenios y tratados internacionales en la materia. Principalmente el “Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes”, que es considerado como la Constitución del Espacio. Aprobado por el Senado de la República el 28 de septiembre de 1967 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 10 de mayo de 1968, este tratado es obligatorio para México. Sin embargo, la normativa internacional extensa también obliga a México a establecer regulaciones específicas.

Actualmente, México trabaja en una reforma constitucional relacionada con actividades en el espacio ultraterrestre. La propuesta busca priorizar las actividades en el espacio, incluso en la luna y otros cuerpos celestes, para el desarrollo nacional (artículo 27) y otorgar facultades al Congreso de la Unión para legislar sobre esta materia (artículo 73). El Dr. Luis Antonio López Velarde, especialista en derecho espacial, ha destacado que esta reforma generará instrumentos legales para impulsar el marco jurídico espacial y permitir la participación y organización de los sectores público, privado, social y académico.

Algunos países ya han avanzado en este tema. Por ejemplo, Argentina estableció que son bienes culturales “los meteoritos y demás cuerpos celestes que se encuentren o ingresen en el futuro al territorio argentino” (Ley 26.306). Otros países como Estados Unidos, China, Rusia, Francia han creado instituciones propias sobre este tema y en consecuencia han regulado de manera indirecta las consecuencias nacionales del uso del espacio ultraterrestre.

Por todo ello, es una muy buena noticia la presencia de México en la luna, pero esto también significa prestar mayor atención al tema de la regulación. La reforma constitucional a los artículos 27 y 73 es importante. Pero solo ha sido aprobada por la Cámara de Diputados y falta la aprobación de la Cámara de Senadores para que la reforma se concretice. Ojalá sea pronto.