• Raymundo Riva Palacio
Si Xóchitl Gálvez no cambia la percepción reinante en este momento, el naufragio será real

Xóchitl Gálvez encontró en la paja en el ojo ajeno la salida fácil a su mala gestión durante el primer debate presidencial. Ayer acusó en la Universidad Iberoamericana que el formato del debate que diseñó el Instituto Nacional Electoral fue un “desastre” y que cambiaron las reglas acordadas, incluidas preguntas que no tenían previstas. Su queja es compartida por sus adversarios, que también sufrieron por los problemas de comunicación entre los consejeros o decisiones unilaterales que alteraron los acuerdos alcanzados entre ellos y los equipos de campaña.

 

Pero la evidente incompetencia de los consejeros electorales no en la arquitectura del debate que es similar al que realizó con éxito el Instituto Electoral de la Ciudad de México a mediados de marzo por la jefatura de Gobierno, sino en su ejecución final, no justifica el tropiezo de Gálvez. Claudia Sheinbaum y Jorge Álvarez Máynez padecieron de lo mismo, pero la percepción sobre cómo transitaron es completamente contraria a la de Gálvez.

 

Los debates no dan ganadores a menos que haya un candidato que arrase claramente a sus oponentes, como sucedió con Diego Fernández de Cevallos en 1994 cuando se enfrentó a Ernesto Zedillo y Cuauhtémoc Cárdenas, o haya un error notable, como pasó con Francisco Labastida en el debate contra Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas en 2000. Un importante número de columnistas y analistas en la prensa política dieron como ganadora Sheinbaum, pero es altamente subjetivo porque no hay valores asignados para determinar la victoria en un debate, como serían los puntos en una pelea de box. Como explica Luis Estrada, director de SPIN Taller de Comunicación Política, gana de quien se esperaba menos, y pierde quien estuvo por debajo de las expectativas.

 

A nadie puede responsabilizar de su mala noche salvo a ella misma, porque tuvo entrenamiento y realizó varios ensayos, donde algunos de quienes la vieron tenían dudas que fuera a estar a la altura de las circunstancias. Mencionaban su pasividad, a diferencia de otros candidatos que vieron practicar en el pasado, que se enfurecían porque las cosas no salían como lo deseaban y forzaban a su equipo aspirando a la perfección.

 

Gálvez llevaba material para intentar un nocaut y hacer caer a Sheinbaum, pero no fue capaz de golpearla con fuerza. Tenía algunos materiales con potencial, como un oficio que mostró que le daba elementos legales a Sheinbaum, cuando era delegada en Tlalpan, para cerrar el Colegio Rébsamen un año antes de que colapsara y murieran 26 menores y adultos, o los documentos de peritos internacionales que mencionaban que el accidente en la Línea 12 del Metro que produjo la muerte de 26 personas cuando era jefa de Gobierno capitalina, era consecuencia de la falta de mantenimiento.