El espectáculo, que no deporte, del futbol profesional en México, es víctima de los terribles vicios y codiciosos intereses que lo aquejan y condicionan. Y estando a la vista de todos, nadie hace nada para cambiar el desastre, la decadencia y el deterioro permanente de un juego que es muy querido por la gente de nuestro país.
El impresionante y lucrativo negocio que es la selección nacional para los dueños de los equipos, esencialmente en el sur de los Estados Unidos de América y que es el fiel reflejo de lo que se vive en la “inflada” Liga MX, hace que parezca imposible que de manera inmediata, mediata y tal vez a largo plazo, esos dueños cambien las formas de administrar su empresa futbolística que les hace ganar multimillonarias fortunas.
Los dueños de los equipos han construido su emporio con simulaciones, mentiras y escándalos telenovelescos, a través de medios de comunicación (televisión, internet y prensa escrita principalmente) que engrandecen un futbol que desde siempre ha estado muy lejos de la calidad que todos quisiéramos que tuviera, pero que nunca ha dejado de ser de segunda o tercera categoría a nivel mundial.
La FIFA tiene clasificada a la selección mexicana como la doceava del planeta, en base a resultados que ha obtenido ante selecciones de quinta categoría, como son la mayoría de las que integran la CON-CACA-F (Confederación del Norte, Centroamérica y del Caribe de Futbol creada en 1961, impulsada por los “visionarios” empresarios mexicanos), como la denominaba el siempre bien recordado y excelente periodista Guillermo Chao Ebergenyi). ¡El futbol mexicano es una enorme falacia!
Esos vicios de los que hablamos, manifestado en los codiciosos malos hábitos de los dueños de los equipos y por consecuencia de la selección nacional, que rozan la línea que separa lo correcto de lo incorrecto, de lo moral y de lo inmoral, están perfectamente identificados:
-Los partidos “moleros” en el vecino país del norte, con selecciones carentes de un buen nivel que hicieran mejorar a nuestros jugadores, pero que las empresas norteamericanas que le trabajan a la Liga MX, los cobran como si fueran selecciones de primer nivel y que nuestra gente de allá, lo paga por la nostalgia y la añoranza que tiene del suelo patrio que abandonaron por necesidad y porque ven en la selección mexicana de futbol un pedazo de tierra que muchos no han vuelto a ver.
- El excesivo número de extranjeros en los equipos de la Liga MX, que impiden oportunidades de formación y desarrollo de jugadores mexicanos. Debieran limitar a 3 el número de extranjeros, porque independientemente que habría espacio para nuestros nacionales, los equipos podrían contratar a verdaderas estrellas y no seguir diluyendo su dinero en un montón de “bultos” jugadores extranjeros mediocres e inútiles que ningún beneficio aportan al futbol, aunque si a los bolsillos de los dueños.
- La eliminación del ascenso y descenso en los torneos, lo que propicia desinterés en los que equipos que saben que ya no pueden acceder a la primera división y desinterés de los que ya están allí, porque nada los obliga a mejorar y están cómodos mientras la gente les llene sus estadios y les consuman sus productos. Ofrecen circo y alcohol, con equipos repletos de chaparritos y mediocres, que se tiran y se revuelcan, mientras la gente grita y se desfoga.
- Ponen a un entrenador de la selección a modo (por no decir títere), quien no tiene que presentar siquiera un plan y programa de trabajo, porque los dueños todo le imponen: contra que equipo jugar, cuando y donde jugar, la alineación del equipo para encarecer con ello a los jugadores, hasta hacer comerciales para las empresas patrocinadoras que transmiten los juegos o los programas de comentarios.
- Un colegio de árbitros controlado por los dueños de los equipos y la creación de casas de apuestas por parte de ellos mismos, que hacen dudar de la honestidad de los resultados de los partidos.
- Torneítos de 3 meses en la Liga MX que impiden la consolidación de equipos fuertes y bien estructurados, como ocurría en los torneos largos, que producen un campeoncito, pero eso sí, permiten el intercambio de jugadores condicionados ($) por los representantes de los jugadores por la venta y préstamos de los mismos.
- Eliminación del torneo de reservas, que impide la formación y desarrollo de jugadores mexicanos, porque es un gasto y no una inversión para los dueños de los equipos.
- La selección mexicana de futbol que es de empresarios particulares, utilizan el himno, la bandera y los colores nacionales, como si fueran su marca comercial privada deportiva, sintiendo que no tienen la obligación de rendirle cuentas a nadie, concatenado lo anterior con la ausencia de un alto Comisionado gubernamental que no estuviera sujeto a sus intereses, que les supervisara la legalidad de sus acciones y les impidiera causar perjuicios a la aficionados mexicanos, que son una mayoría en nuestra población, que todavía tienen un sentimiento de identidad nacional respecto del representativo mexicano de futbol. Desde luego que los “dueños del balón”, si tienen obligaciones que cumplir con la sociedad mexicana.
- La falta de conciencia y educación de los aficionados que no saben que tienen la fuerza para exigir que se cambie y termine todo lo anterior, haciéndoselos saber a los dueños de los equipos por los medios masivos de comunicación y dejando de ir a los estadios, como ocurrió hace algunos años en España, cuando los dueños anunciaron que iban a cambiar su sistema de competencia para que se pareciera al mexicano para hacerlo más lucrativo y los aficionados presionaron dejando de ir a los partidos durante las primeras jornadas para que ello no ocurriera y se siguiera con los torneos largos; cuánta razón tuvieron, que ahora su selección ha sido ya Campeona de Mundo. Los aficionados que consumen el producto Liga MX y Selección Mexicana de Futbol, tienen todo el derecho de exigir que les entreguen calidad en los productos que consumen.
- A todo lo anterior, se suman muchos periodistas porristas y aplaudidores del futbol mexicano, porque están a disposición ($) de los magnates del futbol mexicano, que no dicen la verdad, que venden sus comentarios al mejor postor o que tienen miedo de perder su trabajo; que son unos cínicos y desvergonzados y, que lo único que dan es lástima.
En resumen: un espectáculo (circo, que no futbol) que resulta muy productivo para los dueños del balompié nacional, que hacen lo que quieren sin que nadie los detenga o se los impida, ofreciendo a cambio una pobreza deportiva que nos avergüenza, pero que no hacemos nada por cambiarla, por lo que también es vergonzante.
Los aficionados tienen la palabra; le ponen remedio a todo lo malo y negativo que vive el futbol mexicano o siguen sin hacer nada, consumiendo la podredumbre y miseria de futbol que les ofrecen.
En el caso del futbol la codicia y no un interés legítimo es lo que condiciona la enorme falta de calidad del futbol mexicano.
Oscar Manuel Aguilar Durán.