La designación de Marcela González como dirigente estatal de Morena en Tlaxcala ha generado un debate acalorado. Si bien la gobernadora ha demostrado una habilidad estratégica al mover sus piezas en el ajedrez político, la pregunta que surge es: ¿se trata de un triunfo o un jaque mate para el partido?
Por un lado, la designación de la esposa del alcalde capitalino cincha" a los grupos opositores, consolidando el poder de la gobernadora y su entorno. La nueva dirigente, a pesar de no tener un perfil político destacado, representa una fuerza manejable en el tablero político, respaldada por el poder de su familia y la influencia de su esposo.
Sin embargo, la falta de experiencia y trayectoria política de la nueva dirigente levanta serias dudas. ¿Podrá realmente liderar un partido con una base tan amplia y diversa como Morena? ¿Cómo se enfrentará a las críticas y a la presión de los distintos grupos internos? La respuesta a estas preguntas determinará si la designación se convierte en un movimiento estratégico o en un error fatal.
La designación de la nuera del exgobernador como dirigente de Morena en Tlaxcala es un claro ejemplo de cómo el poder se mueve en la política. La gobernadora ha demostrado una habilidad estratégica para posicionar a sus aliados en puestos clave, pero la pregunta que queda en el aire es si esta jugada, a pesar de su aparente éxito, tendrá consecuencias negativas para el partido a largo plazo.
El futuro de Morena en Tlaxcala dependerá de la capacidad de la nueva dirigente para superar las críticas, consolidar su liderazgo y unir al partido. Si no logra hacerlo, la designación se convertirá en un error estratégico que podría poner en riesgo el futuro del partido en la entidad