• Abel Velázquez
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El reciente tercer informe de gobierno de la gobernadora Lorena Cuéllar no solo ha sido un momento de rendición de cuentas, sino que ha marcado el inicio de un proceso crucial: la sucesión gubernamental en Tlaxcala. Este evento ha generado un ambiente de especulación y expectativa, donde se han apuntado tanto aliados como adversarios al proyecto de Cuéllar, cada uno con sus propias aspiraciones y estrategias.

En este contexto, es interesante analizar a algunos de los personajes que han surgido como posibles candidatos:

Alfonso: El alcalde capitalino se presenta como un candidato con posibilidades, pero enfrenta un gran desafío: su casta y la aceptación popular. Su trayectoria y su conexión con la ciudadanía serán determinantes para su éxito.

Homero: El secretario de Educación ha demostrado ser un personaje versátil, capaz de organizar desde memes hasta congresos de educación. Sin embargo, su prestigio pende de un hilo y sus posibilidades de ser candidato son limitadas, lo que plantea dudas sobre su capacidad para atraer el apoyo necesario.

Luis: El director de gobernación tiene la oportunidad de ser candidato, pero su principal obstáculo es que no es un personaje ampliamente conocido. La falta de reconocimiento puede jugar en su contra en un proceso electoral donde la visibilidad es clave.

Ana Lilia: Conocida como la detractora número uno del gobierno estatal, tiene posibilidades de ser candidata, pero su imagen como opositora podría convertirla en una candidata perdedora. Su desafío será transformar su crítica en propuestas viables que resuenen con la ciudadanía.


Un Escenario Complejo

Además de estos nombres, es probable que surjan otros aspirantes en el camino hacia la sucesión. Sin embargo, es fundamental que todos ellos no descuiden sus obligaciones actuales. La política no solo se trata de ambiciones personales, sino de un compromiso real con la ciudadanía y sus necesidades.

La situación actual en Tlaxcala exige que los aspirantes no solo se enfoquen en la búsqueda de poder, sino que también se comprometan a ofrecer propuestas concretas que aborden los problemas reales de la población. La repetición de viejas fórmulas y la falta de innovación en las propuestas pueden resultar en un desencanto generalizado hacia los políticos y sus proyectos.