• Valentín Lima
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La semana pasada se comenzó a difundir una serie de encuestas que si bien hay que mantener sus reservas sobre su seriedad y efectividad, llama la atención como fueron utilizadas como arma para arremeter contra la gobernadora Lorena Cuéllar.

Y usted amable lector se preguntará por qué tanto escándalo.

Antes de continuar, es necesario precisar que quien esto escribe no tiene ningún interés en defender a la mandataria, para eso tiene a sus plumas pagadas y ya las conocemos como con jugosos convenios se puede pasar de la crítica a la alabanza, pero en este caso particular, llamó la atención la intensidad con la que se difundieron las encuestas señalando una incongruencia en principio:

A Cuéllar Cisneros la colocan como la gobernadora peor evaluada o la penúltima peor evaluada.

Las casas encuestadoras ya medio las conocemos en su forma de operar: “contrátame para que te ponga en el primer lugar pero si no contratas mis servicios, entonces te colocaré en el peor lugar”.

Pero independientemente de la extorsión a la que algunas casas encuestadoras se prestan, valen la pena hacerse unas preguntas

¿A Lorena Cuéllar se le está incendiando el estado como Zacatecas a David Monreal?

¿A Cuéllar Cisneros le descabezan alcaldes como en Guerrero donde gobierna Evelyn Salgado y Félix Salgado?

¿A la tlaxcalteca se le salió de las manos un conflicto como el de Texcaltitlán, Estado de México donde pobladores y sicarios se agarraron a balazos?

¿Apoco está peor el gobierno de Tlaxcala que el de Tabasco donde en la propia tierra del macuspano hay no uno ni dos sino hasta masacres?

¿Hay asesinatos de integrantes de la Iglesia como sucede en Chiapas?

Baja California ya aparece en los primeros lugares de homicidios dolosos ¿Y no hay consecuencia para la gobernadora ex panista ahora morenista?

Sin duda el gobierno de Tlaxcala tiene muchas limitaciones y desatinos producto de algunos malos funcionarios que solo le doran la píldora a la gobernadora, pero de eso, a que Tlaxcala sea el peor gobierno hay una diferencia considerable.

De ahí la guerra de encuestas… ¿de parte de quién?