Una vez más, los encargados de la imagen gubernamental de Tlaxcala demuestran que la autocrítica y la revisión de contenidos no son su fuerte. En el más reciente episodio de esta serie de desaciertos, una lona del evento "Primer Encuentro de Capacitación entre el Gobierno de España y el Estado de Tlaxcala en Materia de Proximidad Social Policial y Blanqueo de Capitales" ha generado revuelo por destacar, de manera desafortunada, la capacitación en "blanqueo de capitales" y no en su combate.
No es un error menor. En un país donde el lavado de dinero es un delito que alimenta a la delincuencia organizada y corroe las instituciones, resulta cuanto menos preocupante que, desde la comunicación oficial, se transmita la idea de que las autoridades se están capacitando en blanqueo en lugar de hacerlo para perseguirlo. ¿Acaso no hay alguien en el equipo que revise estos textos antes de imprimirlos a gran escala?
Este tipo de errores reflejan una grave falta de atención al detalle, pero también una desconexión con el mensaje que debe proyectar un gobierno. No se trata solo de una redacción torpe, sino de cómo estas metidas de pata reiteradas van minando la credibilidad de las instituciones. Si ni siquiera pueden comunicar correctamente sus acciones, ¿qué confianza puede inspirar su capacidad para ejecutarlas?
Tlaxcala merece una comunicación gubernamental profesional, que no dé pie a malentendidos ni se convierta en motivo de burla. Porque cuando el problema no es solo lo que se hace, sino cómo se comunica, queda claro que alguien no está haciendo bien su trabajo. Y mientras tanto, la ciudadanía se queda con la duda: ¿en qué están realmente capacitándose?
Basta de errores evitables. Es hora de que la imagen de Tlaxcala deje de ser sinónimo de ocurrencias y pase a reflejar seriedad.