• Valentín Lima
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La explicacación que dio la Senadora de Morena Ana Lilia Rivera por su ausencia durante la tragedia provocada de los incendios que azotaron el municipio de Atltzayanca, es digna de un guión de la Rosa de Guadalupe.

La legisladora en principio tuvo que dar una explicación ante el chacaleo de medios que la orillaron a explicar su indiferencia y ausencia en los incendios que azotaron Tlaxcala y devastaron más de 700 hectáreas naturales.

Las respuestas fueron de antología.

En principio confirmó que a ella “no la van a ver entregando un bastón, una silla de ruedas, un apoyo a un enfermo o discapacitado, o un apoyo social”, al menos fue honesta, pues con el sueldo que tiene bien podría ayudar a alguien más, pero confirmó que no lo ha hecho ni lo hará, pero eso sí, va y les pide el voto.

Momentos después reveló la historia digna de un guión de telenovela donde la víctima era ella:

Aseguró que lloró de impotencia.
Reveló que sólo puede legislar.
Afirmó que sí ayudó pero que no lo presumió.
Confirmó que se puso a hacer llamadas a los comisarios pero no le contestaron porque estaban arriba ayudando.
Presumió que entregó víveres pero ni una evidencia mostró.

Sin embargo, pese a la pobreza de sus justificaciones llegó el momento donde exhibió las verdaderas intenciones de la legisladora: “la repartición de culpas”.

Cito esto, porque de inmediato Rivera Rivera se dedicó a señalar que presentó actividades legislativas sin considerar que sus propuestas de ley exhibieron la falta de protocolos del gobierno que encabeza Lorena Cuéllar, pues señaló que desde el senado presentó 2 puntos de acuerdo para que el gobierno federal de Sheinbaum y estatal de Cuéllar Cisneros expliquen si habían actuado con rapidez, prontitud o si había alguna irresponsabilidad de ambos gobiernos:

Pero la joya de la corona fue la idea de castigar a las autoridades que no son otras más que las de Lorena Cuéllar por el delito de ‘omisión’ por no actuar con rapidez y responsabilidad ante el incendio que consumió 700 hectáreas:

“Presenté dos iniciativas de ley para que se tipifique el delito de ‘omisión’ para las autoridades que no actúen ante estos incendios con la responsabilidad y rapidez y la prudencia con la se tiene que actuar”.

Para cerrar con broche de oro, explicó que se dedicó a hacer llamadas para saber qué estaban haciendo las autoridades para controlar los incendios y reveló que se puso a llorar ante los abrazos que recibió del pueblo bueno:

“Vi que poco poco podía hacer su servidora, mi trabajo es legislativo yo no soy gobierno ejecutivo, no tengo el control de los protocolos o de la reacción de las instituciones, lo que hice fue hablar por teléfono para solicitar la guardia nacional, me comuniqué a Semarnat para saber qué iban a hacer o qué estaban haciendo”.

“Me hinqué y me puse a llorar de impotencia… ¿qué podía hacer ante la desgracia?… la gente se acercaba conmigo y lloraba”

En fin, como se ha mencionado en la prensa, el incendio reveló la miseria humana de los políticos como ella, pues se dedicó a repartir culpas al gobierno de Lorena Cuéllar y Claudia Sheinbaum en lugar de asumir su responsabilidad como ‘representante del pueblo’.

¿De qué sirvieron sus lágrimas?
¿De qué sirvieron sus ‘llamadas’?
¿De qué sirven sus puntos de acuerdo cuando la población perdió sus tierras?

Afortunadamente para los tlaxcaltecas, las maromas de los políticos oportunistas cada día son menos digeribles y en una tierra como Tlaxcala, esas cosas se pagan con repudio social.

Ya sobre los misiles contra la gobernadora y su equipo luego hablaremos.