• Doctora Elsa Martínez Flores
SOCIOLOGANTE

La política está inmersa en la vida diaria del ser humano, late en el pulso diario de la sociedad mexicana y de otros países. Antes de cada periodo electoral, muchos manifiestan su deseo por participar en algún cargo, mientras que otros optan por la mesura y el silencio. 

Aunque falta tiempo para la próxima contienda donde se elegirán a representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo Presidencia de la República, gubernaturas, diputaciones y senadurías, se observa que las campañas políticas serán diferentes ya que la dinámica de la etapa electoral ha cambiado radicalmente.

Atrás quedaron las campañas en las que la candidata o el candidato reforzaban su discurso mediante medios impresos, radio y televisión para lograr un impacto muy distinto al que hoy proporcionan las redes sociales.

Aunque siempre han existido el ataque político y las famosas “campañas negras” fundadas en rumores y, a veces, en evidencias comprobable, la manera en que llega ahora el mensaje es tan rápida como devastadora para quienes la sufren.

Las personas aspirantes a cargos públicos no solo se enfrentan al escrutinio directo, sino también al juicio implacable del espacio digital. Las plataformas amplifican emociones, puntos de vista y enfoques que escapan a todo control.

El problema es que, incluso con estrategias bien definidas, un candidato puede quedar marcado por la viralidad de una falsedad. Quien decida participar en esta dinámica política debe tener claro que su imagen, así como su entorno familiar y social, serán objeto de escrutinio constante.

¿Quién define una campaña exitosa? No todo depende del uso de redes sociales, sino del propio candidato, que debe entender las nuevas reglas: generar un vínculo real con su equipo de trabajo y actuar de manera coordinada.
De nada sirve una estrategia digital bien diseñada si la persona candidata actúa por su cuenta, ignora las narrativas diarias en redes y rechaza los consejos para mejorar su percepción pública.

Además, lo que funciona en una región no siempre funciona en otra. Cada candidatura construye su propio contexto y circunstancias. Lo innegable es que, hoy más que nunca, quienes aspiran a un cargo deben estar atentos al pulso de las redes sociales, el reflejo inmediato de la percepción ciudadana.