En el marco del día de la maestra y el maestro, resulta alarmante reconocer las condiciones laborales de muchos docentes que trabajan en escuelas particulares de Tlaxcala. Sus ingresos están muy por debajo de los de sus pares en el sistema público. De hecho, el sueldo base promedio de un maestro de primaria particular en Tlaxcala ronda apenas los $6,223 mensuales, la situación es peor para docentes hora-semana-mes quienes ganan $50 a $100 por hora-clase.
A la limitada remuneración se suma la ausencia de prestaciones y la falta de seguridad social. No cuentan con seguro social, aguinaldo, prima vacacional ni otras garantías que son estándar en el sector público. Tal como lo explica el propio IMSS, si el profesor no figura como empleado en la nómina ni recibe prestaciones como aguinaldo o vacaciones pagadas, la escuela no está obligada a inscribirlo en el régimen de seguridad social, además sin generar antigüedad ni estabilidad para su posible jubilación.
La situación llega a que ni siquiera se les paga durante los periodos vacacionales, aunque las colegiaturas si son pagadas por padres de familia. En otras palabras, cuando llegan las vacaciones de verano u otros recesos, el ingreso de estos docentes simplemente desaparece. A diferencia de los profesores de escuelas públicas, que cuentan con sueldo íntegro todo el año y prestaciones.
Esta práctica, infelizmente común, obliga a los docentes privados a planear con anticipación cómo sobrevivirán económicamente durante semanas o meses sin salario, o incluso a buscar empleos temporales en esos lapsos.
En los últimos años, el gobierno de la Cuarta Transformación ha impulsado mejoras significativas para el magisterio nacional. Ya en 2023 el presidente Andrés Manuel López Obrador estableció que ningún docente de escuelas públicas ganaría menos de $16,000 mensuales, elevando el piso salarial para miles de maestros. Este esfuerzo continuó con el gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum, quien recientemente anunció incrementos salariales importantes para todos los docentes del país. El salario promedio de un maestro ha pasado de aproximadamente $9,000 mensuales en 2018 a cerca de $19,000 en 2025, tras aplicar un aumento de 9% (más otro 1% adicional desde septiembre).
Con estos ajustes, ningún maestro público queda por debajo del salario medio nacional registrado en el IMSS, y de hecho el ingreso docente supera ya ese promedio.
Además del tema salarial, se han logrado mejoras en las condiciones laborales para los docentes del sector público. Un ejemplo emblemático es la decisión de agregar una semana adicional de vacaciones. Esta medida no solo reconoce que “las y los maestros se lo merecen”, en palabras de la mandataria , sino que contrasta fuertemente con la realidad del sector privado donde, como vimos, las vacaciones significan ingreso cero para muchos profesores. Asimismo, el gobierno está consultando a los docentes para un nuevo sistema de admisión y promoción más transparente y justo, y ha expresado compromisos de mejorar otras prestaciones como servicios de salud y pensiones para el magisterio.
No obstante, estos logros del sector público dejan en evidencia la brecha con el sector privado. Mientras un maestro de escuela pública en Tlaxcala puede tener hoy un ingreso cercano o superior a los $16,000–$19,000 al mes con todas las prestaciones de ley, un maestro de escuela particular en el mismo estado difícilmente llega a la tercera parte de ese sueldo, y carece de derechos básicos.
Esta situación planteada nos lleva a reflexionar seriamente sobre la inequidad dentro del sistema educativo mexicano. Por un lado, un maestro en la esfera pública goza de aumentos salariales, seguridad social y un calendario laboral que le permite descansar con goce de sueldo; por el otro, un maestro en la esfera privada enfrenta sueldos de subsistencia, nula protección social y la incertidumbre de cada ciclo escolar. Ambos desempeñan la misma labor fundamental de formar a la niñez y juventud, pero no bajo las mismas condiciones. En Tlaxcala (al igual que en el resto del país), la educación privada ha sido un auxiliar de la pública, absorbiendo demanda educativa; sin embargo, pareciera que esto ocurre a costa de sacrificar los derechos laborales de sus docentes.
La pregunta de fondo es si esta desigualdad debe ser tolerada como “parte del mercado” o si, por el contrario, exige acciones decididas del Estado mexicano. El artículo 123 de la Constitución establece derechos mínimos para todo trabajador, y los maestros particulares no tendrían por qué ser la excepción.
Más allá de las obligaciones legales –que muchas escuelas privadas esquivan con artificios contractuales– está el imperativo moral y social de garantizar que quienes educan reciban un trato justo. ¿Podemos aspirar a una transformación que se apoye en la educación cuando un sector de nuestros maestros vive en la precariedad? En el contexto del Día del Maestro, planteó como secretario de educación, pero también convencido de que una de las obligaciones de cualquier gobierno de izquierda, es procurar la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores.
Homero Meneses Hernández, secretario de educación de Tlaxcala.